Por Max Rivera II
El Siglo de Torreón
Torreón, Coah.- Además de competir en cartelera con el Episodio 3, Mi Nuevo Jefe tiene la mala puntería de tratarse de una comedia sobre despidos laborales, un tema que aquí y ahora causa poca risa. Un problema que trae consigo la desaparición de las compañías pequeñas o familiares y el dominio absoluto de las grandes compañías es la insectización (porque no se me ocurre otro término) de los trabajadores.
Mientras más de arriba o de lejos se vea a las personas, más parecen insectos, y resulta sencillo eliminarlos con un simple movimiento de mano.
En Mi Nuevo Jefe, Dennis Quaid interpreta al maduro gerente de ventas de una revista deportiva, cuya casa editorial acaba de ser adquirida por un conglomerado. Entre los empleados empiezan de inmediato a circular los rumores de despidos, que ahora son sinónimo de optimización.
Sienten miedo justificado a ser sustituidos por empleados sin familia ni vida privada, condición que ahora es sinónimo de eficiencia.
A la revista llega un joven y ambicioso ejecutivo, interpretado por Thoper Grace, que va a ocupar el puesto de Quaid. El novato toma la sabia decisión de no despedir al veterano, intuyendo que la experiencia puede servir de algo en la chamba, y lo hace su subalterno. Despedirá a muchos otros más, por supuesto.
La relación entre ambos personajes es llevada con humor inteligente y agridulce. Ambos pasan, además, por momentos personales críticos que más bien corresponderían a la edad del otro.
El joven ejecutivo atraviesa por un divorcio, el viejo por el inesperado embarazo de su esposa. A esto se añaden las complicaciones telenoveleras causadas por el romance que surge entre el novato y la hija del Quaid, la bellísima Scarlett Johanson. Esta joven beldad rubia es ahora mi nueva favorita. Ha desbancando a la ya veterana Julia Roberts. Así de inhumano y competido es también el mundo de mis actrices preferidas.
Pese a ubicarse en el primer mundo, las situaciones que resultan en la película al aplicar la reingeniería organizacional a una organización que de entrada no la necesitaba, tocan notas dolorosamente familiares para nosotros, espectadores tercermundistas. Todos hemos visto de cerca el desempleo súbito de gente que se vuelve inempleable por tener cuarenta años, mientras que los que quedan son obligados a canibalizarse por cheques reducidos y horas aumentadas.
Mi Nuevo Jefe es una buena película, que tiene sus mejores momentos cuando se mantiene en el mundo laboral. Es un buen esfuerzo del director Paul Weitz ( el mismo de la muy querida Un Gran Chico) que incursiona en un género raro: la comedia romántica de denuncia social, terreno en que la campeona sigue siendo Riqueza Ajena (Other´s People Money) de Norman Jewison. Ambas cintas señalan y ridiculizan las contradicciones obvias del sistema económico, que la izquierda etiqueta con el torpe e insulso nombre de neoliberalismo, como si la ley de la selva tuviera algo de nuevo. Qué claras son las cosas cuando se llaman por su nombre, que por cierto es también el de un pecado capital. Muéstrate, Avaricia.
Ambas cintas añoran los tiempos pasados, los de un capitalismo dulce y humano, preocupado por generar trabajo antes que maximizar las ganancias. No sé si eso existió alguna vez, lo que es indudable es que las virtudes del sistema eran más notables cuado había un sistema opositor, y sus vicios más difíciles de aceptar.
Hoy se permite que en la empresa se tome cualquier medida, por drástica que sea, llevando el disfraz de optimización, cuando su objetivo principal es que el caro estilo de vida del patrón no se vea afectado en lo más mínimo. Vivimos en el mundo de los marineros que se hunden para que el capitán siga a flote con el barco. Porque el barco es suyo, se justificará. Es cierto. Pero solo mientras los marineros, que son muchísimos más, así lo permitan.
Dirigida por Paul Weitz.
Título original: In Good Company.
Elenco: Dennis Quaid, Topher Grace, Scarlett Johansson.
Escrita por: Paul Weitz.
Año: 2004.
Crítica 4 de 5 estrellas
