Agencias
Nueva York, EU.- ?La verdad es que yo no tenía ambiciones de ningún tipo?, insiste Bob Dylan al comienzo de No Direction Home, el nuevo documental de Martin Scorsese, que investiga los primeros años de su carrera y será estrenado en pocos días.
En tres horas y media, No Direction Home narra el meteórico ascenso de Dylan hasta llegar a lo que él asegura fue una notoriedad no buscada. Las herramientas que usa Scorsese son inusuales entrevistas frontales con el propio músico y con admiradores y detractores de su generación.
Para los dylanianos, el filme es como acceder a un conjunto de tesoros ocultos: el resultado de que el cantante permitiera a Scorsese acceder a su archivo personal de fotografías, películas, grabaciones y manuscritos.
Más largo que la mayoría de las biografías documentales que cubren una vida entera, el filme de Scorsese se focaliza principalmente en los seis años (1961-66) que vieron cómo Dylan llegaba a Nueva York como un baladista del interior de Estados Unidos que debió reinventarse, primero como un héroe folk de Greenwhich Village y luego como un roquero con guitarra eléctrica al hombro.
Disponible en Estados Unidos como DVD doble a partir del 20 de septiembre, el filme será estrenado una semana más tarde en el canal de televisión público PBS.
El sonido incluye pedazos de la primer grabación de Dylan, When I got Troubles, realizada en 1959 por un amigo de la escuela secundaria en Hibbing, Minnesota: un lugar donde ?no podías ser rebelde. Era tan frío que no había lugar para ser malo?.
En las entrevistas, Dylan habla sobre sus primeras influencias, escuchando a Hank Williams, Muddy Waters y Johnny Ray. ?Lo que me atrapó fue el sonido?, dice. ?No era quién tocaba... era el sonido?.
Al llegar a Nueva York en 1961, Dylan, en ese entonces discípulo de Woody Guthrie, activista social, cayó en un floreciente Greenwich Village, escenario de cantantes de café y de poetas de la generación beat. ?Sentí que encajaba perfecto entre esa gente?, recuerda.
Los propios recuerdos de Dylan se contrastan con entrevistas -pasadas y del presente- de otras luminarias como Joan Baez, Allen Ginsberg y Pete Seeger.
El retrato colectivo es el de un joven cantante con la humildad de aceptar a sus mentores y beber de todas las influencias, y a su vez la arrogancia y confianza para rechazarlas y avanzar en su propio camino individual.
?Me ubiqué en una zona determinada, artísticamente hablando, donde nadie había estado antes?, dijo Dylan. El documental finaliza con el accidente en motocicleta de 1966, tras el cual Dylan cambió su vida a una de relativa reclusión con su familia. Fue recién ocho años más tarde que volvió a los escenarios.
La voz de Scorsese permanece muda todo el filme, que no contiene narración.
Las primeras críticas sobre el documental desbordan alabanzas, con la revista Rolling Stone considerándolo ?una electrizante versión de una vida sin precedentes? y la revista Variety aclamándolo como un ?triunfo?.
Revela poco
Al igual que su autobiografía, el documental de Bob Dylan revela poco sobre su vida personal, a pesar de que hay un momento muy cálido cuando se refiere a la furia de Joan Baez -entonces su amante y una estrella de renombre por mérito propio- por su negativa a compartir escenario a dúo durante la gira de 1966 por Gran Bretaña.
?No se puede ser sabio y estar enamorado al mismo tiempo?, dice. ?Espero que ella pueda entenderlo ahora?.
Uno de los aspectos ignorados en Crónicas pero al que el documental otorga una relevancia sustancial es la célebre transformación de su sonido de acústico a eléctrico, que provocó la ira de muchos de sus fans más leales.
El filme incluye tomas de la actuación de 1965 en el Newport Folk Festival, donde por primera vez enchufó su guitarra y fue abucheado, teniendo que irse luego de tocar sólo tres canciones. ?No tenía idea de por qué me abucheaban?, recuerda. ?Fuese lo que fuese, no iba a satisfacer a la multitud?.
Los silbidos y gritos de ?traidor? y ?Judas? lo acompañaron por su gira británica del año siguiente, pero si algunos puristas del folk se sintieron traicionados, fueron superados por un inmenso número de nuevos fans atraídos por su nuevo sonido.
El nuevo nivel de adulación creció exageradamente, acompañado de interminables conferencias de prensa con preguntas inverosímiles: ?¿Podría chupar sus lentes de sol, por favor??, le preguntó a Dylan un desconcertante periodista.
?Las cosas se habían ido de las manos?, dijo.
?En un determinado punto, por alguna razón, la gente parecía tener una visión distorsionada, retorcida de mí. El portavoz de una generación, la conciencia de no sé qué, de esto y de lo otro. Cosas con las que yo no me podía relacionar?.