Littleton (EU), (EFE).- Patrick Lawler se llevó una gran sorpresa cuando el dentista le dijo la causa de su dolor de muelas: un clavo de 10 centímetros que se había clavado sin enterarse seis días antes por la boca y que le había alcanzado el cerebro.
Lawler se recupera en un hospital cerca de Denver, Colorado, después de que los cirujanos extrajeran el pedazo de metal en una complicada operación que duró cuatro horas.
El pasado 6 de enero Lawler trabajaba en Breckenridge, una ciudad en el corazón de las montañas de Colorado que vive del turismo de los deportes de invierno, cuando una pistola de clavos que estaba usando se disparó para atrás y clavó uno de ellos en una madera cerca de él.
Pero el joven de 23 años, por increíble que parezca, no se dio cuenta de que había disparado un segundo clavo que le había entrado por la boca.
Después del accidente, Lawler sintió un leve dolor de muelas y visión borrosa, por lo que tomó analgésicos y se colocó hielo en la cara.
Al no funcionar estos remedios caseros acudió a la oficina de dentistas donde trabaja su mujer, Katerina.
"Somos todos amigos (en el trabajo), así que pensé que (los dentistas) estaban bromeando (...) pero luego el médico salió y dijo: 'Tiene un clavo de verdad'", afirmó Katerina a la prensa local.
"Patrick se derrumbó. Imagínese, había estado comiendo helado para disminuir la hinchazón", añadió.
La punta le atravesó el paladar, pasó al lado del ojo derecho y se introdujo cuatro centímetros en su cerebro.
Tras la operación, Patrick dijo considerarse "un tipo con suerte".