Si la obesidad se basa en una predisposición genética, fundada sobre el funcionamiento particular de un órgano digestivo, y si esta obesidad representa al mismo tiempo un importante factor de riesgo, cabe preguntarse por qué hay tantos seres humanos con esa predisposición y por qué los casos de obesidad son cada vez más frecuentes en la actualidad. La misma cuestión se plantea con respecto a la diabetes o la hipercolesterolemia.
Podríamos decir que la abundancia, el gusto por el consumo y el gran sedentarismo lo que caracterizan nuestra época, son en parte el origen de todos los desórdenes. Esto es parcialmente cierto, pero los flacos participan de este mismo modo de vida.
Debemos buscar la respuesta en el otro extremo de la historia de la humanidad: en la prehistoria, los hombres primitivos vivían expuestos a la naturaleza, a veces clemente pero que siempre imponían un esfuerzo de caza o de cosecha. Durante millones de años aquellos individuos, que poseían un intestino delgado capaz de extraer las calorías alimenticias esenciales, tenían más posibilidades de sobrevivir que los individuos débiles con un órgano extractor deficiente, éstos estaban condenados a pasar la mayor parte de su tiempo cazando, para poder sobrevivir.
En la primera escasez este individuo ineficiente era eliminado, y a lo largo de las generaciones, subsistieron sólo los más dotados para la extracción de calorías. Esta selección duró casi toda la prehistoria y tal vez de manera menos rigurosa, hasta fines de la Primera Guerra Mundial.
Luego, progresivamente, la tendencia se revirtió. En la actualidad los alimentos se ofrecen en abundancia, y la mayor parte de las personas poseedoras por herencia de un sistema de extracción muy potente, almacenan excedentes de calorías que no les son necesarias pero que su intestino delgado sigue extrayendo con el mismo ahínco que en la época de las cavernas. Esto explica que en la actualidad los flacos constitucionales sean poco frecuentes, muy envidiados y terriblemente inquietantes en el plano biológico. ¿Qué pensar de esos seres que consumen cualquier cosa, sin asimilar nada?
Hoy en día un alto porcentaje de personas deben ser considerados obesos y la mitad del resto confiesan tener mucha dificultad para mantener el peso. Lo mismo ocurre con la tendencia a la diabetes y la hipercolesterolemia, también hereditarias.
Hay que saber que actualmente se ha comprobado con carácter de endemiza, una tendencia casi general a la obesidad, grabada en nuestros genes y que en la mayoría de los casos, puede manifestarse a favor de los excesos en la alimentación algunos casos tienen una tendencia más marcada que otros éstos son los llamados obesos constitucionales y son los descendientes de los superdotados para la extracción calórica de la época de las cavernas. Es a ellos a los que me dirijo aquí, para lograr que comprendan que lo que hoy se considera un aspecto negativo representaba la mayor garantía de sobrevida de sus lejanos ancestros y que su maravillosa herramienta digestiva no es una tarea o una malformación de la cual deberían avergonzarse, por el contrario ilustra lo que la naturaleza puede producir en pro de la conservación de la vida, lo que sería en todo caso antinatural es el uso que el hombre hace actualmente de su alimentación. Es útil entonces aclarar al obeso el origen de su perturbación, ya que de este conocimiento puede surgir la solución para sus problemas.
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