Tras la trágica muerte del gobernador Gustavo Vázquez Montes, Colima se encamina a elegir a quien lo reemplace, conforme a la legislación local, que obliga a la realización de comicios si la falta absoluta del titular del Poder Ejecutivo ocurre en los dos primeros años de su administración. Ese es el caso ahora, pues el extinto gobernante estaba apenas por cumplir 14 meses en ejercicio de sus responsabilidades.
Las instituciones y los partidos quedaron estupefactos ante la ausencia definitiva del gobernador. Las circunstancias en que se produjo el accidente que lo privó de la vida junto a varios de sus colaboradores no han podido ser establecidas con precisión. Apenas se halló la caja negra del aparato caído en un paraje michoacano, en el trayecto del aeropuerto de Toluca a Colima, el 24 de febrero y demorará su estudio en el organismo investigador de accidentes de los Estados Unidos.
Hubo perplejidad ante la falta repentina del gobernador, en medio de una crisis con diversas aristas. Uno de los protagonistas de tales tensiones, el ex gobernador Fernando Moreno Peña, se apoderó de la situación y en los primeros días actuó como si continuara a cargo del Gobierno. Se permitió recibir al secretario de Gobernación Santiago Creel, enviado federal a las exequias, en vez de que lo hiciera Arnoldo Ochoa, antaño vinculado estrechamente con Moreno Peña y distanciado después, al punto de que estuvo ausente de Colima durante el Gobierno del ex rector y jefe del grupo Universidad.
Como secretario de Gobierno, Ochoa quedó encargado del despacho y luego la legislatura local lo designó gobernador interino, responsable de convocar a elecciones y entregar el mando a quien resulte elegido en un término de dos meses.
Esos son los pasos que obligadamente deben darse conforme a la legislación vigente. Más todavía, esa ha sido la secuela de dos casos de falta absoluta del gobernador o circunstancia equivalente. En 1973, el gobernador electo Antonio Barbosa Heldt se privó de la vida en septiembre, mes y medio antes de la fecha -primero de noviembre- en que debía asumir el Gobierno.
Por lo tanto, se designó un interino que llamó a elecciones y el primero de enero de 1974 se inició un nuevo sexenio. El año antepasado la justicia electoral anuló la elección de gobernador habida el dos de julio y por lo tanto no hubo quien asumiera el Poder Ejecutivo el primero de noviembre de 2003. El siete de diciembre siguiente se eligió gobernador -de nuevo a Vázquez Montes, protagonista del proceso anulado-, quien tomó posesión el primero de enero de 2004.
La perplejidad causada por la desaparición del gobernador se reflejó en las actitudes de los partidos. El PRI propuso inicialmente, contra la Ley, la designación de un gobernador sustituto, que terminara el periodo para el que fue elegido Vázquez Montes. Arguyó el partido gobernante en Colima que la sociedad padecía fatiga por haber ido a comicios dos veces en 2003 y que era un exceso convocarla una vez más. Pero finalmente impulsó la decisión legal.
Y ya escogió candidato, que rindió protesta anteayer. Se trata de Silverio Cavazos, líder de la legislatura local, de que forma parte la señora Hilda Ceballos, esposa del ex gobernador Moreno Peña.
Roberto Madrazo acudió a la toma de protesta y formuló una peculiar noción de la democracia: dijo que conforme a la ética los partidos opositores deberían abstenerse de presentar candidaturas, porque ya dos veces la población ha dado la mayoría al PRI. Respecto del PAN, el singular llamamiento es extemporáneo, porque ese partido ya designó candidato. En su última sesión, el comité presidido hasta el viernes pasado por Luis Felipe Bravo Mena acordó postular a Leoncio Morán Sánchez, que ya ganó la alcaldía de la capital, cargo que abandonó provisionalmente, con licencia, para contender por la gubernatura.
El comité nacional panista, facultado estatutariamente para el efecto, nombró al candidato por la situación de urgencia, y por la división de pareceres en torno de la situación en los mandos y entre los legisladores panistas.
Cuando se eligió a Ochoa gobernador interino, diputados panistas propusieron nombrar a la viuda del extinto gobernador, Norma Galindo, a condición de que se la invistiera por los casi cinco años en que habría gobernado su marido.
Aparte la noción dinástica, monárquica implícita en esa propuesta, que de aplicarse llevaría al Gobierno a una persona sólo por su parentesco civil, como si el cargo formara parte de un patrimonio que se hereda, su sola formulación muestra las dificultades panistas para encarar los hechos.
En peor posición se halla el PRD, que hoy deberá decidir si presenta candidato y lo más probable es que se abstenga. Lo haría invocando razones formales, pero en realidad por su incapacidad de contender con presencia razonable. Según el PRD, debió nombrarse a otra persona gobernador interino y no a Ochoa, porque no satisface el requisito de residencia, ya que apenas volvió a Colima al iniciarse el Gobierno de Vázquez Montes. En consecuencia, alega que es inválida la convocatoria firmada por Ochoa, en vista de la tacha que lo afecta.
El PRD no participó con candidato estrictamente propio en ninguna de las jornadas electorales de 2003. En la primera acogió al diputado priista Jesús Alfaro y en la segunda se alió con el PAN para presentar a un miembro de ese partido, el diputado Antonio Morales. Querellas interiores han minado su presencia en Colima y carece de fuerza y aun de presencia.