Arrancó la eliminatoria mundialista en su última fase y los resultados parecen lógicos, puesto que las potencias de Concacaf ganaron en calidad de visitantes y un empate signó el encuentro entre Panamá y Guatemala.
Estados Unidos visitó la difícil aduana de Trinidad y Tobago y sufriendo de más sacó una victoria de oro; mientras mejor juega y mayor desarrollo exhibe el cuadro del norte, pareciera que los caribeños van para atrás.
El interés se centró en nuestro país en el partido del representativo nacional, a jugarse en San José frente a Costa Rica; ambos conjuntos presentaban cuadros novedosos, ya sea por nuevas incorporaciones, lesiones o compromisos alternos como el caso de los jugadores del Guadalajara, y por ello en cada una de las aficiones flotaba un ambiente más bien de duda.
Estuve presente en los días previos en la capital de esta hermosa República hermana y la temperatura del partido se fue calentando, aunque a mi entender tuvo mucho de artificial.
Por ejemplo, una cadena radiofónica otorgó premios y regalos a cambio de que los taxistas pintaran en el vidrio de atrás la leyenda “México no la ve” y vaticinaran el marcador.
La televisión tica grabó unos comerciales con jugadores de la Selección que, dentro de un supermercado, dominan la pelota y disparan sobre unos canastos con huevos, reventándolos, en clara alusión a las declaraciones de Ricardo La Volpe.
En fin, que con el lleno asegurado nos dirigimos al Estadio Ricardo Saprissa, que desde muy temprano lucía un lleno hasta la azotea, mientras un animador hacía que la gente cantara y coreara consignas antimexicanas.
Como usted sabe, amable lector, el Club Saprissa es propiedad del mexicano Jorge Vergara, y en el estadio, al igual que en el Jalisco, está prohibida la venta de cerveza; sólo se puede beber un té medicinal y la sapricola que la mera verdad, sabe a jabón.
Una vez iniciado el encuentro, el público fue silenciado por un equipo mexicano que jugó media hora de ensueño; rotando posiciones, dándole al balón toque y sentido, imprimiendo velocidad física y mental y encontrando un par de goles, hizo presagiar lo peor para el desconcertado equipo local.
Tras ese inicio promisorio, México bajó el ritmo y cayó en ese bache que suele presentar haciendo crecer al rival. El cuadro tico consiguió el gol en un error del “Conejo” Pérez, y a partir de ahí se sufrió en el primer lapso.
La segunda mitad fue de esfuerzo para Costa Rica y de manejo del partido para México, que no pudo redondear la noche al perdonar claras y manifiestas oportunidades de gol.
El silbatazo de Carlos Batres poniendo fin a la contienda enardeció el estadio y permitió escuchar el “Cielito Lindo” coreado por un centenar de compatriotas que apoyaron en serio.
Ricardo La Volpe sacará seguramente conclusiones de este primer acto de diez que se compone la eliminatoria, pero deberá ser cauteloso; México juega muy bien, pero a ratos, le duele la táctica fija del rival y es poco atingente frente al arco enemigo.
Sabiendo cómo se maneja la crítica en México donde no hay lugar para la mesura, en estos momentos habrá quien crea que la Selección deberá jugar en Saturno; creo que la mejor medicina es la autocrítica y la tranquilidad.
Lo hecho en San José posiciona al grupo, hace vislumbrar mejoría en el quehacer colectivo, muestra personalidad pero no deja de significar sólo tres puntos en el largo periplo rumbo a Alemania. Es un buen inicio.
P.D. Chivas fue al Cuzco y le zumbó a Cienciano en una noche redonda para el futbol mexicano.