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Columna de Arturo Brizio

PHTHIROPTEROS

El título de esta colaboración corresponde al nombre científico que recibe el insecto anopluro que vive parásito sobre los mamíferos de cuya sangre se alimenta y que es conocido en el bajo mundo del hampa como el piojo.

En nuestro futbol, la variopinta fauna que ha circulado desde tiempo inmemorial nos ha dejado cobras, pájaros, chivos, cocodrilos, changos, caballos, gatos, perros, pescados, ratones, tigres, halcones hasta nuestros días en que deambulan por la cancha cabritos, conejos, zorros, tiburones y por supuesto, piojos.

Dos son los personajes del balompié que llevan el sobrenombre de este parásito y, hasta el momento, poco han hecho para inmortalizar su apodo.

El primero de ellos, Claudio López, es un jugador argentino que llegó a México precedido de gran fama, generando una expectación pocas veces vista y creyendo que triunfar sería más fácil que instalarse en la melena de un hippie.

Hasta el momento, los blasones del delantero sudamericano no le han bastado para ser el ariete y símbolo de un equipo tan importante como el América.

Tras su paso por la selección albiceleste, el Valencia de España y la Lazio italiana, se esperaba que el goleador hiciera diferencia en esta llamada ?Liga de las Américas? pero la realidad ha sido triste y amarga: Claudio lucha, corre, se esfuerza, le echa ganas pues, pero eso no alcanza para satisfacer a la afición azulcrema.

Su desacierto ante el marco adversario, sus constantes fallas al pasar el balón y el megaerror del domingo pasado nos lleva a pensar que de piojo ha pasado a liendre.

El otro caso es el de un joven mexicano, a quien su temperamento y hambre de triunfo le permitieron triunfar en el futbol, muy por encima de sus cualidades y posibilidades técnicas.

Muy joven se convirtió en entrenador de un equipo diezmado por el que no se daban dos pesos, y no sólo lo metió a la Liguilla sino que lo hizo jugar de manera espectacular.

Fruto de esas agallas para agarrar la oportunidad aunque luciera pelona, Miguel Herrera pasó del Atlante al Monterrey.

El concepto futbolístico de Miguel prevalece y llevó a Rayados hasta el subcampeonato pero lo que ha cambiado diametralmente es su forma de ser, y se comprueba con las temerarias declaraciones que emite.

Miguel Herrera debe recapacitar sin criticar, demeritar y cuestionar el funcionamiento del rival, es realmente su labor o más bien seguir aprendiendo y dirigir con mesura a su equipo.

Debe, en mi opinión, olvidarse del piojo que lleva dentro y convertirse en un señor entrenador.

Para seguir con el tema de los parásitos, culminó la farsa en tres actos de la eliminatoria para el Mundial de Holanda en categoría Sub-20 personificada por Humberto Grondona y sus muchachos.

Como era de esperarse, este farsante hijo de papi del Grondonita, llevó al Tri a un humillante fracaso al perder frente a Honduras, aunque la eliminación se gestó desde que se puso a este sujeto al frente del proyecto.

Es una vergüenza que sigamos comprando humo y oyendo el verso de estos vividores que creen que por hablar cantadito y venir de lejos saben más de futbol que los nuestros. ¡Y todavía el cínico dice que no renunciará!.

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