MAQUINA TURBO.
Triunfos son amores, y qué mejor regalo le puede hacer la Máquina celeste de Cruz Azul a su afición que este inicio de torneo con marca perfecta, lo que hace vislumbrar tiempos de gloria.
El Día de San Valentín parece una buena fecha para consolidar el amor entre este plantel y los millones de seguidores que cada campeonato se debaten entre la tristeza y la frustración, fruto de los malos resultados.
Cinco victorias en fila se dicen fácil pero en un mundo futbolístico marcado por la irregularidad son una joya, amén de establecer el mejor inicio de torneo en la historia de la institución.
La marcha celeste es perfecta en muchos sentidos: invicto, ganador de todos los puntos en disputa, posee el mejor ataque y la defensiva menos goleada, pero lo admirable es que el público ha regresado en forma masiva al estadio Azul y entró en franca comunión con la forma de jugar del equipo.
La concepción futbolística de Rubén Omar Romano siempre ha sido agradable; los equipos que ha dirigido este estratega argentino, con mayor o menor éxito, siempre se han caracterizado por una generosa búsqueda del arco rival, buena circulación y trato a la pelota y ausencia de trampas en el planteamiento táctico.
Sin embargo, siempre aparecía el problema de no defender con la misma solvencia con que se iba al ataque.
Hoy, prácticamente con los mismos hombres que hacían agua y se defendían cayendo hasta en la ridiculez, ha integrado un cuadro bajo sólido y confiable que equilibra el funcionamiento de la escuadra.
¿Cuál será el secreto para este cambio? En mi opinión nace desde la cabeza cuando, me imagino, después de hablarse fuerte como hermanos, socios y empresarios Alfredo y Guillermo Álvarez Cuevas entendieron que sólo formando un bloque sólido, con una voz y mando unitario, se podían dar las directrices para el funcionamiento armónico de la institución.
Planeando la estrategia, se trajo a Romano, técnico serio y trabajador; se dejó ir a Luciano Figueroa en lo que muchos pensaron era una decisión equivocada; sostuvieron a Federico Lussenhoff pese a los gritos que anunciaban su acabóse; dieron confianza a Óscar “Conejo” Pérez para trabajar y retomar su nivel; reforzaron líneas con criterio y, finalmente, fruto de una negociación inteligente y discreta, adquirieron a un jugador con pasta de ídolo, el “Kikín” Fonseca, carismático y humilde, que ha venido a aportar la dosis de garra y lucha que hace mucho se había ausentado de La Noria.
Feliz día del amor, cruzazulinos, y que dure el romance mucho tiempo.
Continuar la racha para Cruz Azul será francamente difícil pues su próximo partido será frente a un agrandado Guadalajara y en calidad de visitante.
Parece una excelente oportunidad para probar de qué está hecho este equipo en lo que promete ser un partidazo.
Igualmente para la zaga celeste, cuyo buen comportamiento ha sorprendido, será un examen enfrentar la velocidad de los atacantes chivas.
El odiado rival de la Máquina celeste también está invicto, aunque todavía no logra convencer; América ganó su compromiso y ya comanda el Grupo Uno del campeonato.
Qué bueno que dos grandes del futbol estén renaciendo.