MATADOR DE GIGANTES.
Con este título cabeceó su página principal el diario Panamá América, el más importante medio escrito de este país, en referencia al empate conseguido por su selección nacional en el partido ante México.
Puede parecer una exageración pero hay que situarla en contexto para poder entender lo que ha significado no sólo a nivel deportivo sino incluso social haber arrebatado dos puntos al llamado ?gigante? del área.
Panamá era, hasta hace relativamente poco, un país absolutamente beisbolero, cuyas grandes figuras han triunfado en el máximo circuito como son las ligas mayores en los Estados Unidos. De un tiempo para acá el futbol ha despertado y es en la actualidad una verdadera fiebre en el país del canal.
Los panameños han tenido figuras a nivel internacional, como Rommel Fernández, muerto prematuramente en un accidente de tránsito y a quien debe su nombre el estadio donde se jugó el partido ante México; René Mendieta, jugador de los Leones Negros de la Universidad de Guadalajara y de Correcaminos en el futbol mexicano y los hermanos Jorge y Julio Dely Valdez de los cuales este último es considerado el máximo exponente del balompié istmeño al haber triunfado en Europa en clubes como el París Saint Germain o el Mallorca, por decir algunos.
El futbol en Panamá no sólo ha crecido sino que evoluciona rápidamente pese a no contar con mayor infraestructura y no poder compararse con países más ricos y tradicionales dentro del área de Concacaf, sin embargo, ha calificado a sus selecciones menores a los más importantes torneos de FIFA, siendo su última hazaña obtener el boleto para el Mundial Sub 20 de Holanda, sí, ese al cual México no podrá asistir por quedar ridículamente eliminado de la mano de Humberto Grondona.
Para los panameños estar en el Hexagonal final de la Confederación es más que un acontecimiento deportivo: se ha convertido en un vínculo de identidad que se apodera de todas las clases sociales, los emociona y les permite soñar.
El partido en sí fue bastante malo, básicamente porque tuvo el balón la mayor parte del tiempo el equipo con menos argumentos técnicos como es Panamá, y el cuadro Azteca no supo o no pudo acomodarse en la cancha ante el entusiasmo y la lucha del equipo de casa.
El primer tiempo se significó por una lucha sorda por la posesión del esférico y se desarrolló en el medio campo con una cantidad impresionante de faltas. Sólo una jugada de peligro elaboró México y fruto de su calidad e imaginación consiguió el gol que parecía guiarlos hacia una victoria que si no holgada por lo menos cómoda.
Para la segunda mitad vino una reacción infantil de Pavel Pardo al agredir a un rival para que el árbitro José Benigno Pineda, de Honduras, mostrara el cartón rojo, y a partir de allí, se le vino la noche al equipo mexicano.
Apoyado por un público eufórico que pobló las tribunas haciendo gala al mote de ?Marea Roja? los locales se fueron encima del rival con más enjundia que futbol y sólo consiguieron la igualada fruto de una genialidad.
El resto del partido fue sufrido para el Tri de La Volpe y si no resultó de infarto fue por la inocencia y poca ambición de los panameños, a quienes el empate supo a gloria.
A México le salieron todas las carencias pero la peor fue la falta de actitud y el menosprecio al rival.
De Panamá hay que decir que quizá no le alcance para ir al Mundial pero que lo están intentando.
El maestro Bianchi decía: ?no tienen nivel para competir?. Tiene razón, pero yo creo que tienen todo el derecho a soñar.