ANIVERSARIO LUCTUOSO
Se reanudó esta semana la Liga de Campeones de Europa, la cual se encuentra en la etapa de cuartos de final, y uno de los encuentros que mayor expectación causó fue el de Liverpool frente a Juventus, por razones que van mucho más allá de lo deportivo.
La Champions, como se conoce coloquialmente al evento, reúne a lo más granado del balompié mundial y es una verdadera Babel futbolística en la que jugadores de todas las razas, lenguas y nacionalidades hacen las delicias de todo aquel que cree que hay vida después de la vida, es decir, que no todo es el América o el Cruz Azul.
El interés en el encuentro al que nos referimos tiene por supuesto la vertiente futbolística de ver frente a frente no sólo a dos de los mejores equipos europeos sino la confrontación de estilos opuestos diametralmente: el ordenado, difícil, rasposo y defensivo juego de los italianos y el vertical, veloz y agresivo planteamiento inglés.
Pero además, nos recuerda una de las grandes tragedias ocurridas en el futbol mundial: la llamada ?Tragedia de Heysel? cuando hace casi 20 años estos mismos clubes se enfrentaron en la final de la entonces llamada Copa de Campeones en Bruselas, capital de Bélgica.
En aquella ocasión y antes del partido, con el estadio atestado de aficionados, un grupo de fanáticos violentos de origen inglés conocidos como ?hoolligans? se fueron encima de los hinchas italianos, sin embargo, entre ambos estaban centenares de personas inocentes que quedaron literalmente atrapadas entre los muros de contención del estadio y la agresiva turbamulta.
¿El resultado?, 39 aficionados muertos, todos italianos, y centenas de heridos fruto del derrumbe de las tribunas del vetusto estadio.
Las autoridades de la UEFA ordenaron que pese a todo se jugara el partido, el cual fue ganado por la Juventus con gol de Michel Platini.
El enfrentamiento fue una especie de venganza de los ?hoolligans? por la afrenta recibida un año antes en el Estadio Olímpico de Roma, donde fueron agredidos por fanáticos italianos.
Como dato curioso y complementario de aquella negra jornada, debo contarles que conocí y traté personalmente al árbitro de ese partido, con motivo de la celebración de la Copa del Mundo en México 1986.
Este juez de apellido Daina y nacionalidad suiza, era ingeniero de profesión y vivía en una pequeña localidad helvética de apenas 500 habitantes. Era reconocido como uno de los mejores árbitros europeos y su nacionalidad garantizaba neutralidad en encuentros de alto riesgo, lo que le valió pitar esa final de tristes recuerdos.
En el ?86 salí de Cuarto Oficial con él en el partido Inglaterra vs Polonia, donde Gary Linneker marcó tres goles, y lo recuerdo como un tipo callado, taciturno, pero de gran capacidad arbitral.
Luego, en un partido en el estadio de Neza, donde asistió como espectador, se desmayó y fue enviado de regreso a su país.
Al poco tiempo fui sacudido por la noticia de su suicidio; Daina se quitó la vida no sé si por su carácter, algún problema de salud o porque no pudo domar los fantasmas que lo persiguieron desde el estadio Heysel.
¡Ah, qué historias!.