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Columna de Arturo Brizio

INSTITUCIONES.

La única forma de realizar a plenitud la convivencia social, es en el marco de respeto a las instituciones; son éstas las que deben marcar pautas generales de comportamiento para que todos los individuos se conduzcan en un cauce de legalidad y se produzca la certeza necesaria en las interrelaciones sociales.

Cuando el orden institucional se quebranta, ya sea porque los órganos encargados de preservarlo se corrompen o bien porque las personas que lo representan privilegian su interés por encima del fin general a perseguir, sobreviene inmediatamente el caos.

El México de hoy posee abundantes botones para demostrar lo difícil que es llevar a efecto el pacto de civilidad que implica vivir en sociedad cuando se brincan las trancas del respeto institucional.

A veces pareciera que todos los integrantes de la sociedad mexicana nos hemos puesto de acuerdo para generar desorden, desconcierto y temor, hasta convertir el diario quehacer en un cochinero donde gana el pegalón, el mentiroso, el gandalla.

El Gobierno Federal, los partidos políticos, los representantes populares, los líderes de opinión, los medios de comunicación, las Iglesias, los intelectuales y los habitantes de esta Tierra nos encontramos inmersos en una lucha a dos caídas de tres, sin límite de tiempo, donde todo se vale y además, se juega sin árbitro.

El deporte no puede ser la excepción y el tema viene al caso cuando sorpresivamente los Pumas de la Universidad mandan a la cancha, en su juego ante Monarcas, a siete elementos que no habían actuado como mínimo en cuatro partidos oficiales del torneo, originando con ello la pérdida del partido por alineación indebida de jugadores.

La pregunta es: ¿Equivocación o mala fe? Cualquiera de las respuestas deja mal parado al director técnico Hugo Sánchez.

Porque si no lo sabía, de qué le sirven sus asesores al no estar al tanto de lo que el reglamento establece en cuestión de alineaciones y, si como algunos opinan, lo hizo a sabiendas con el único fin de perjudicar a Rubén Omar Romano y a Cruz Azul para bajarlos del superliderato, su conducta no tiene calificativo.

La Universidad Nacional Autónoma de México es ejemplar, orgullo de nuestra nación y una institución cuyo prestigio no se puede negociar ni ensuciar.

En sus diversas manifestaciones, su universalidad es anterior a Hugo y seguirá por mucho tiempo, así como su grandeza.

Debemos sentir vergüenza todos aquellos que estamos conscientes de que por nuestra raza hablará el espíritu.

En otro tema, por supuesto más agradable, me dio mucho gusto que Dorados de Sinaloa haya conseguido su salvación.

Lo hizo con agallas, pantalones, sentido de grupo y en ratos, jugando bien al futbol.

Gran trabajo de Carlos Bracamontes, de sus directivos, de los jugadores y del público que jamás dejó de apoyar.

En el hermoso Estado de Sinaloa no se conforman con salvarse; no saben ser medianos; ellos quieren todo y la Liguilla está a la vista.

Ojalá lo logren, pero por lo pronto: ¡Felicidades! y que suene la tambora.

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