CAYERON DE BOCA.
por
Arturo Brizio Carter.
El martes pasado un equipo mexicano, el emblemático de la nacionalidad, dio una muestra de solvencia y carácter al visitar una de las aduanas más difíciles del mundo, la famosa ?Bombonera? de Buenos Aires, casa del Club Atlético Boca Juniors.
El Guadalajara llegó a la capital argentina con una ventaja inusitada de cuatro goles, lo que suponía un manejo de partido que posibilitara su avance a semifinales aún perdiendo ante los xeneizes, sin embargo, propuso el partido, se defendió con atingencia y terminó desesperando al rival, a su cuerpo técnico e incluso a la hinchada, que prácticamente abarrotó el inmueble del barrio de la Boca.
Chivas no sólo calificó sino que logró el cada vez más escaso triunfo de la honestidad futbolística sobre la trampa, la chapuza, el truco y el sabotaje; Guadalajara le caminó por encima a Boca Juniors minuto a minuto y en el rubro del carácter, donde debo reconocer que tenía mis dudas, fue mucho más que el adversario, tan ungido de pendencias callejeras, al tener el valor de no responder a las agresiones.
Lo que vimos durante el encuentro y en los diversos resúmenes televisivos fue a una pandilla de cavernícolas, unos vestidos de futbolistas, otros disfrazados de aficionados, algunos con chaqueta de policía y uno más encubierto como entrenador que va a la cancha no a disfrutar un bello juego como es el futbol sino a dar rienda suelta a sus peores instintos.
Me causó asombro, quizá a usted también amable lector, ver los rostros descompuestos de personas del público que pateaban el acrílico que rodea la malla que los separa de la cancha al mismo tiempo que abrazaban a un menor, su hijo tal vez, exhibiendo que de no mediar el obstáculo descrito seguramente serían capaces de matar a alguien.
Me asustó ver la reacción, más propia de un antropoide, de Martín Palermo buscando camorra a cualquier precio como si comportarse como un vulgar matón lo hiciera mejor jugador o permitiera olvidar su ruidoso fracaso en el futbol español.
Me indignó ver a un mediocre entrenador cuyo único mérito es haber trabajado años en fuerzas básicas y por renuncia o cese de otros técnicos acceder, vía escalafón, al primer equipo, escupir a un rival que iba de espaldas en un acto vil que mostró su baja estofa.
En fin, que la indignación no ceda su paso a la alegría; qué bueno que Chivas calificó pero no se debe dejar de denunciar lo ocurrido y exigir un castigo ejemplar a los culpables.
Por supuesto que Boca Juniors como institución se merece respeto pero los primeros que se lo niegan son sus integrantes.
No puede ser que un club centenario, con el impresionante palmarés del cuadro bostero, escenifique hechos como los sucedidos el martes pasado.
Mauricio Macri, presidente xeneize, ofreció públicas disculpas al Guadalajara y cesó en el acto a Jorge Benítez hasta hoy entrenador boquense.
Me parece un acto caballeroso que hace pensar que no todo está perdido para Boca Juniors.
El futbol le ganó a la ira y eso es mucho más gratificante que cualquier resultado meramente deportivo.
El problema radica en que la violencia en la peor de sus formas, la que se disfraza de juego, invada también las canchas mexicanas.
Por lo pronto, los xeneizes entraron de pie y cayeron de ?Boca?.
