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Columna de Arturo Brizio

Arturo Brizio Carter.

NECESIDAD IMPOSTERGABLE

El receso obligado entre los torneos Clausura y Apertura de la Primera División del futbol profesional da pie a lo que se ha dado en llamar el futbol de ?estufa? aludiendo a los quehaceres de los clubes con el fin de negociar jugadores y reforzar sus planteles.

Hay un gremio al que desde hace mucho tiempo le hace falta una estufa nueva, pues se sigue cocinando con horno de leña a la más pura usanza de nuestros abuelos y bueno sería que las autoridades federativas dotaran de nueva tecnología a este grupo del que, además, requieren frecuentemente.

Hablamos del arbitraje, sí, el grupo de silbantes que dan servicio al futbol profesional y que desde hace mucho tiempo son los grandes olvidados en este balompié lleno de millonarios.

Ese arbitraje que es la excusa más frecuente del perdedor, el escudo del mediocre y al que sus propios dirigentes en complicidad con los altos directivos de la Federación Mexicana han hundido en una crisis sin precedente.

El arbitraje está siempre presente en la mente de la gente de futbol pero sólo ese domingo infausto en que por una decisión polémica o un claro yerro del juez se pierde un partido; una vez restañada la herida, el sufrido clan de los de negro vuelve a su nicho de olvido listo, siempre preparado para cuando sea requerido volver a su protagónico papel de paño de lágrimas.

A la Federación Mexicana de Futbol le importa un rábano el arbitraje. Si no fuera así, independientemente de la tan cacareada profesionalización, por lo menos intentaría un esquema de capacitación en los diversos ámbitos del quehacer referil.

A los árbitros mexicanos se les obliga a aprender el reglamento pero nadie les enseña a arbitrar; no existe una escuela en la que se evite que cada quien interprete la regla a su gusto y conveniencia y se pueda hablar de una capacitación en lo técnico pero también desde el punto de vista humano.

Los jueces en nuestro país están al servicio del capricho de sus dirigentes quienes, para acabarla de amolar, no cuidan a los árbitros sino sus salarios que les son pagados por la propia Federación, es decir, por los clubes, y así, usted comprenderá, el interés fundamental del directivo arbitral es cuidar su chamba.

Edgardo Codesal, en su momento, habló de profesionalizar el arbitraje y sólo logró que les pagaran mejor; no está mal pues siempre estaré del lado de los que piensan que el juez debe recibir un salario decoroso y acorde a su mucha responsabilidad pero dónde dejamos los cursos de sociología, sicología, relaciones humanas, inglés y otros idiomas, táctica de futbol y mil etcéteras que harían del árbitro un mejor ser integral.

Arturo Yamazaki y sus colaboradores siguen en esa dinámica donde creen que por el simple hecho de recibir mejores emolumentos el árbitro se convierte automáticamente en profesional y sigue dejándolos al garete.

Al día de hoy, mientras la calidad personal del jugador se eleva en forma importante el señor árbitro va en declive, pues ya casi ninguno trabaja en algo que no sea el arbitraje.

Sin pretender decir que el tiempo pasado fue mejor, hubo una época en que casi todos los jueces eran profesionistas y empresarios exitosos, hoy solamente son árbitros, con los riesgos que ello conlleva.

Es una necesidad impostergable mejorar la estructura arbitral en nuestro país. Si no, al tiempo.

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