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Columna/ La sigue la tos

Arturo Brizio Carter

Otra vez el representativo tricolor pone la nota discordante en la Copa Confederaciones; duele presenciar el contraste entre el brillante papel desempeñado dentro del terreno de juego y el desbarajuste administrativo en el manejo de la Selección Nacional.

México ha calificado a semifinales como primer lugar de grupo, invicto, con sólo un gol en contra y habiendo vencido al campeón del mundo, cosa que no se ve todos los días, sin embargo, desde el listado entregado a destiempo, las modificaciones que no se pudieron llevar a cabo, el regaño de FIFA urgiendo la presencia de los jugadores del Guadalajara y ahora la baja de Aarón Galindo y Salvador Carmona, la verdad, dejan muy mal parada a nuestra delegación.

Indisciplina grave es la causa que ha esgrimido la Federación Mexicana de Futbol para la baja de los jugadores del Cruz Azul, aunque nadie se ha dado a la tarea de explicar en qué pudo haber consistido, habida cuenta que mucha debe ser la gravedad como para sacarlos en forma inmediata y casi escondidos.

Según lo dicho por el entrenador Ricardo Antonio La Volpe fueron los mismos jugadores quienes acordaron la baja de sus compañeros y quedaron en guardar silencio basándose en un código de ética que rige las relaciones entre futbolistas.

Todo eso está muy bien, sólo que, en mi opinión, los códigos de vestidor quedan para los jugadores, pero la Federación, como organismo rector de todo el futbol mexicano, tiene la obligación de velar por los intereses del mismo y transparentar su manejo.

La ausencia de información en este caso hace daño, pues la rumorología a la que somos tan afectos los mexicanos afecta incluso la reputación personal de Galindo y Carmona y a sus familias. Ya se habla de doping, de mujeres y vino, de enfrentamiento con el técnico y hasta de homosexualidad, y todo provocado por el empecinamiento de los directivos de no dar la cara y aclararlo todo.

La Federación debía de poner como plazo para una información oficial el término de la Copa Confederaciones; con ello, daría tranquilidad a los jugadores, alejaría a la prensa, se hablaría sólo de futbol y cumpliría con su obligación de rendirle cuentas al gran público.

Incluso Cruz Azul, institución propietaria de las cartas de los dos elementos en cuestión querrá, le urgirá saber la magnitud de la falta de sus jugadores. En cambio, al más puro estilo del vocero presidencial que declara ?zanjados? todos los problemas del país, los federativos cierran el caso y dan vuelta a la página en su ilusa convicción de que una treintena de personas pueden guardar un secreto indefinidamente.

Qué pena que en lugar de hablar de futbol, de regocijarnos de que México enfrentará a dos rivales de jerarquía como son Argentina y el que gane el duelo Brasil-Alemania, del buen sabor de boca dejado por nuestros jugadores, se gasten horas de saliva y toneladas de papel en investigar la gravedad de la falta de dos elementos que, en todo caso, pecaron de irresponsables. En el relajo federativo, le sigue la tos al perro.

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