Los pescados contienen una cantidad importante de aceite omega- 3, elemento cuya presencia es benéfica para tratar la depresión, esquizofrenia y el síndrome bipolar.
(SUN-AEE).-El pescado es uno de los alimentos más sanos que puede encontrarse y en época de vigilia se disfruta en muchos platillos, además, proporciona elementos básicos para el desarrollo humano, como el ácido docosahexaenoico (DHA),elemento indispensable para el mantenimiento de las actividades cerebrales.
De acuerdo con especialistas del Consejo Mexicano de Promoción de los Productos Pesqueros y Acuícolas, las células del cerebro de un adulto sano requieren unos 20 gramos de DHA para su desarrollo y mantenimiento. Se trata de un elemento esencial en la construcción de tejido cerebral, sobretodo de la materia gris.
El área de salud institucional del organismo indica que diversos estudios asocian las bajas concentraciones de DHA con alteraciones químicas cerebrales que originan un escaso desarrollo, la presencia de células inmaduras, concentraciones
deficientes de serotonina y mala neurotransmisión.
Cuando una persona dota a su organismo de suficientes cantidades de ácido eicosapentanoico (EPA) y DHA se observa una disminución en el deterioro de la memoria, lo que reduce el riesgo de sufrir la enfermedad de Alzheimer.
Los pescados contienen una cantidad importante de aceite omega- 3, elemento cuya presencia es benéfica para tratar ciertos casos de depresión, esquizofrenia, déficit de atención con hiperactividad (ADHD) y el síndrome bipolar.
Según el consejo, es muy importante el consumo de pescado rico en EPA y DHA por parte de mujeres embarazadas, ya que su bebé en gestación requiere de un aporte continuo de estos elementos, puesto que son ácidos grasos indispensables en la formación y desarrollo del sistema nervioso, especialmente las células cerebrales.
El DHA debe estar presente entre en 15 a 20% en la corteza cerebral y en 30 a 60% en la retina para el buen funcionamiento de ambos órganos, conforme estudios especializados. Desde los años 70, a raíz del incremento de la incidencia de muertes por infartos al miocardio y otras enfermedades cardiovasculares, los médicos comenzaron a observar estudios clínicos y epidemiológicos en los que había una relación fuerte entre los casos de muerte súbita y las altas concentraciones de lípidos en sangre (colesterol y triglicéridos), fruto de una
alimentación rica en grasas saturadas.
Y se descubrió que los esquimales tenían una índice muy bajo de infartos al miocardio, ya que su dieta era rica en pescados.
En la siguiente década se amplió el conocimiento sobre estos ácidos grasos poliinsaturados (PUFA), tanto los omega-3 como los omega-6. Ambos fueron reconocidos como componentes estructurales de las membranas celulares, así como precursores de ciertas hormonas conocidas como eicosanoides, los cuales participan en numerosos procesos biológicos.
El asunto radica en tener un mínimo consumo de ácidos grasos omega 6 y un elevado consumo de los omega-3, con este equilibrio se pueden evitar problemas importantes de salud.
