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Cómo festejar la democracia.../Hora Cero

Roberto Orozco Melo

Cuánto quisiéramos nosotros, atónitos y engañados mexicanos, celebrar con cohetes y fanfarrias la llegada del próximo sábado dos de julio, tal y como lo desea y propone el señor Vicente Fox Quesada; pero nada digno hay que pudiésemos enaltecer y solemnizar ese día, salvo hacer domingo del gran embaucamiento de que fuimos víctimas por parte del señor Vicente Fox y del partido Acción Nacional o ser tan masoquistas como para cantarle “porque eres un buen muchacho” en la fecha de su “happy birthday”.

Confunden e hiperbolizan don Vicente y el PAN los conceptos alternancia y democracia. Es cierto, aunque no sea conmemorable, que aquel domingo dos de julio del año 2000 fue elegido por una mayoría indubitable de mexicanos como jefe del Poder Ejecutivo Federal, un deber que carga con la desacertada sinonimia constitucional de “presidente de la República” aunque bien sepamos que no fue ésta, en el fondo, la encomienda.

Resulta que la Presidencia de este país se gana con hechos concretos y con merecimientos, con decisiones de liderazgo y con aciertos de estadista.

Celebremos sí, aunque nos cueste pasar el bocado, que una gran parte del pueblo mexicano haya deseado un cambio de partido y de Gobierno. Era necesario estrujar al sistema político para que reaccionara positivamente y no volviera a caer en el error de mantener en el poder público, durante tanto tiempo y a pesar de tantos equívocos, al Partido Revolucionario Institucional que ya entonces pecaba más por omisión que por acción.

Haber sostenido a Echeverría, a López Portillo y a Miguel de La Madrid en la silla presidencial fue grave, gravísimo error; pero haber soslayado el fraude electoral de 1988 y el impune asesinato de Colosio en 1994 pareció una actitud de cínico desgano.

El cambio político era deseado por todo el pueblo, lástima grande que la mayoría de los ciudadanos aceptaran abrir la boca y tragarse el curricán de la campaña foxista.

La democracia que el jefe del Poder Ejecutivo Federal convoca a celebrar está hundida en una verdadera crisis económica ante la inminencia de las elecciones federales de 2006. La democracia es cara, lo sabemos, pero esa misma democracia afronta hoy una crisis de credibilidad y orden. Los partidos políticos nacionales y sus sucursales en los estados, junto a sus dirigentes, carecen de brújula.

Los “suspirantes”, con permiso de Jorge Zepeda Patterson, son muchos y se tornan suspirosos ante la realidad de un electorado cada vez más crítico, sensible y pertinente. ¿Será éste un ambiente democrático propicio al análisis del tipo de gobernante que demanda la República después de un sexenio tan frustrante como el que vivimos?

¿Qué incentivo podríamos privilegiar en cada uno de ellos como estímulo para una atinada decisión electoral en el país? ¿Qué esperamos de cada uno de los cinco precandidatos del PRI para gobernador de Coahuila? ¿Qué quisiéramos ver en los programas de los partidos políticos y de sus candidatos a la Presidencia de la República y a las gubernaturas de los estados?

Yo diría, esencialmente congruencia. Congruencia con la realidad política, económica y social que viven el país y las entidades federativas; compasión ante los disminuidos presupuestos públicos; armonía con el cinto apretado de los mexicanos y las mexicanas; proporcionalidad ante las demandas sentidas de los sectores desvalidos de la población; analogía con la falta de edificios escolares, de servicios médicos, de casas de interés social; similitud con la famélica canasta básica en los hogares pobres y conciliación frente a la angustia sin esperanza de los desempleados.

Todo exceso de gasto político es, en las actuales circunstancias, un insulto al pueblo y deben comprenderlo quienes aspiran a ser candidatos.

Democracia: ¡festejémosla con austeridad, mesura y buen criterio político e ideológico! Con prudencia en la conducta pública y moderación en el comportamiento privado. Prediquen con el ejemplo y ahórrense muchas palabras. El pueblo sabe quién merece sus votos y nadie lo va a engañar con artificios de mercadotecnia barata, aunque resulte onerosa....

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