el C.P. Ismael Hernández Deras llegó a ser gobernador del estado de Durango con un triunfo indiscutible, superando por un amplio margen a sus contendientes de otros partidos. Ello le dio una legitimidad incuestionable, lo cual es un elemento fundamental para el ejercicio del Gobierno, para la toma de decisiones que hagan visible la necesaria distancia respecto de la administración precedente y que vayan imprimiendo un sello propio a la gestión. No obstante, cualquier persona con un mínimo de conocimiento acerca de la política entiende que no basta con ser un candidato popular o un gobernante electo con legitimidad, para que ya en funciones de Gobierno se ofrezcan buenos resultados a la ciudadanía.
A punto de cumplirse el primer año de Gobierno de Ismael Hernández Deras, existe la percepción de que no ha empezado a gobernar realmente, por la falta de un equipo de Gobierno más efectivo, que vaya generando resultados a partir de buscar soluciones a los problemas que plantean los distintos sectores de la población duranguense. Es difícil negar que el gobernador tiene buen trato para la gente y que sabe escuchar cuando se tiene la oportunidad de platicar con él en alguna gira de trabajo. El problema empieza cuando los asuntos que se le presentan los delega a la dependencia que corresponda y todavía más cuando lo hace por la vía de sus secretarios particulares o la Secretaría General de Gobierno, sugiriendo que se agende alguna audiencia en la capital del estado. Existe en esas instancias una marcada tendencia a darle largas a los problemas y una lamentable falta de operatividad política que está afectando la imagen del gobernador de Durango.
Se afecta la imagen porque de algún modo queda la duda si se estará dando ese juego, medio perverso, en que el gobernante da entrada con buena cara a las demandas de la gente pero en el claro entendido que las soluciones serán retardadas o no las habrá, gracias a la actitud entre burocrática y socarrona o falta de interés de los subordinados, especialmente los encargados de la agenda gubernamental y de la gobernabilidad en el estado.
Expreso lo anterior con pleno conocimiento de causa. He sido testigo y partícipe de los compromisos que el señor gobernador de Durango ha hecho con algunas organizaciones sociales y sindicales, respecto a instalar mesas de trabajo con funcionarios de su administración para desahogar, por una parte la agenda política sobre la situación que guarda la problemática de la entidad y por otra, para que representantes de diversos sectores planteen demandas específicas relacionadas con la educación, la cultura, la vivienda, el desarrollo comunitario y proyectos productivos entre otros asuntos de interés para los miembros de las distintas organizaciones.
Las instrucciones del C.P. Hernández Deras fueron muy precisas: el secretario general de Gobierno sería el único interlocutor válido, fuera del propio gobernador, para llevar el papel de operador político en la relación con las organizaciones que están buscando un respetuoso acercamiento con la actual adminisración duranguense y de igual manera se le designó como el responsable de coordinar, en nombre del gobernador, las mesas de trabajo que se solicitaron. Lamentablemente han transcurrido varios meses sin que se cumpla el compromiso y la palabra empeñada por parte de la primera autoridad en el estado.
¿Qué es lo que ha pasado? El secretario general de Gobierno, ¿no ha podido o no ha querido atender el compromiso del gobernador? O peor aún, ¿recibió una contraorden del señor contador Hernández Deras? Ello los ubicaría como funcionarios públicos en la dinámica del doble lenguaje y del juego un tanto perverso al que aludía líneas atrás. Ojalá haya oportunidad de aclarar esto, pues quienes estamos pidiendo audiencia para que se cumpla el compromiso asumido desde hace varios meses no somos simples pedigüeños, sino profesionistas con propuestas en los campos de la educación y la cultura, dirigentes sindicales líderes sociales con trabajo serio en comunidades urbanas y rurales, en fin, ciudadanos con interés para contribuir desde nuestros espacios y ámbitos a la solución de los problemas que aquejan a los duranguenses. No es correcto que precisamente el encargado de la gobernabilidad en el estado y de operar políticamente las relaciones con los diversos grupos, organizaciones y partidos, sea quien se niega a organizar reuniones de trabajo, quien se niega a atender llamadas, quien otorga audiencias y las cancela de última hora, sin importarle que la gente se haya trasladado del interior de la entidad a la capital.
Lo anterior le fue comunicado ya brevemente al gobernador en una de sus recientes visitas a Gómez Palacio, y ofreció una nueva audiencia para revisar con más detalle lo planteado. Ante la ausencia del secretario particular en ese momento, le pidió a uno de sus auxiliares que agendara la reunión que estábamos pidiendo. Ese señor, en apariencia diligente, tomó nombres y teléfonos de los demandantes de audiencia y aportó los suyos con la solicitud de que se le hablara o visitara; en los días siguientes acudimos a Durango y ¡sorpréndase usted!, el auxiliar del auxiliar del gobernador tenía problemas de agenda, no nos pudo recibir y nos daba una cita para un mes después solamente para revisar la agenda; por supuesto nos negamos y le dimos las gracias a una amable secretaria que dio la cara por el funcionario.
Esto pareciera cosa menor o sin importancia, pero sería preocupante que reflejara un estilo de Gobierno, pues tengo conocimiento de que situaciones similares, las han padecido otros representantes de sectores sociales y políticos. Por ello, a unos días de su Primer Informe de gestión, el debe quedar claro al señor gobernador, que la ineficiencia está presente en su equipo cercano de trabajo y que ello le afecta, al dar la imagen de una administración de nulos o pocos resultados ante las demandas ciudadanas.