Hay que jugar con los escenarios color de rosa. Valga el pensar (aunque sea por un momento) que los distintos aspirantes a la candidatura priista al Gobierno del Estado de Coahuila, no pretenden el poder por el poder mismo, ni mucho menos abultar las chequeras familiares o avanzar en sus muy particulares agendas personales y/o de grupo. Lo que quieren es servir a los coahuilenses; lo que desean fervientemente –gracias a cierta vocación de mártir- es desgastarse física y emocionalmente durante seis años paran garantizar mayores niveles de prosperidad para los ciudadanos... y cada uno de ellos tiene bajo la manga la receta secreta de cómo, cuándo, dónde y sobre todo, con qué recursos, afrontar con éxito todos y cada uno de los retos que implica gobernar.
Hay que jugar a concederles el beneficio de la duda y que se trata de hombres que entienden que un gobernante no es más que un servidor público, obligado por Ley a rendir cuentas y ser especialmente escrupuloso, honesto y eficiente en el manejo de los recursos del erario. Entonces, no saldría sobrando que hicieran un compromiso público, ante notario y bajo pena de renunciar de inmediato, si llegaran a incumplir con alguna promesa de campaña o bien, cayeran en la tentación de desviar algunos pesos, algo tan mexicanamente humano, como reprobable y sancionable.
Por todo lo anterior, queda aplaudir a los comerciantes organizados de Coahuila, que acordaron plantear a los próximos candidatos a la gubernatura, que acepten el compromiso de entregar por escrito sus plataformas de trabajo y a comprometerse, frente a un notario público, a cumplir todas y cada una de sus promesas de campaña. El presidente de la Federación de Cámaras de Comercio en Coahuila (Fecanaco), Fernando González Garza, señaló que el propósito de la propuesta -la cual se entregará a los distintos candidatos una vez iniciada la campaña formal- es lograr su compromiso para ofrecer resultados concretos en beneficio de los ciudadanos.
Refiere el dicho popular que “la perrra no era arisca...” y los ciudadanos tienen todo el derecho de sospechar, de dudar de las buenas intenciones de quienes pretenden gobernarlos. Queda en manos de los que hoy pretenden conquistar la gubernatura, el demostrar con hechos –y la constancia por escrito de compromisos ineludibles- que se puede gobernar con eficiencia y honestidad y que realmente existe eso que llaman “vocación de servicio”.