Comerciantes ?hacen su agosto? mientras la feligresía sigue el recorrido del Creador hasta su crucifixión
Iván Soto Hernández | El Siglo de Durango
Por tradición, costumbre o fervor, miles de duranguenses presenciaron ayer los distintos viacrucis vivientes que personificaron grupos apostólicos y parroquiales en al menos una docena de templos de esta ciudad.
Como normalmente ocurre, el evento de mayor arrastre entre la feligresía de Durango fue el que organizaron los parroquianos del Templo de Nuestra Señora de los Ángeles, ubicado a un costado del Parque Guadiana, donde todo se combinó de manera favorable para el desarrollo escénico de la Pasión y Muerte de Jesucristo.
El sol puso su parte. Calaba pero se escondía a ratos y permitía así un seminublado cálido con ligero aire para decorar el momento culminante: la crucifixión del Hijo de Dios, junto a los bandidos Dimas y Gestas.
Cientos de fieles siguieron la procesión desde la Primera Estación, otros aguardaban en camellones y banquetas en la ruta del recorrido para ver de lejos la caminata tortuosa de quien personificó a Cristo.
Algunos estuvieron presentes en el viacrucis en reflexión de los acontecimientos que se reproducían; otros simplemente cumplieron con la costumbre y -hasta cierto punto- el requisito de presenciar la procesión como parte de la tradición del Viernes Santo.
En este histórico templo, la ruta que se trazó para el escenario de muerte de Jesucristo fue iniciar en sentido contrario por Aquiles Serdán, dar vuelta a la derecha en la lateral de bulevar Dolores del Río, llegar hasta el crucero con Negrete y dar vuelta nuevamente a la derecha hasta llegar a Fanny Anitúa, para hacer el mismo giro y llegar así al atrio del Templo de los Ángeles.
Mientras el personaje de Cristo caía una, dos y tres veces como lo señala la historia de su pasión y muerte, los comerciantes se ganaban el día aprovechando a la feligresía para la venta de aguas frescas, frutas, sombreros, cachuchas, dulces, semillas y todo tipo de chácharas.
El narrador explica a los participantes el detalle de cada estación. Así contextualizó la segunda caída de Cristo con la cruz a cuestas, frente a las oficinas de la Delegación de Migración, hecho en el que se registra la participación de una mujer llamada Verónica, que con un manto seca el rostro ensangrentado de Jesús, mismo que aún existe y que refleja los rasgos faciales del Hijo de Dios.
La octava estación, en la que Jesús cae por tercera vez con la cruz, se desarrolló casi a las afueras de Coparmex, por Fanny Anitúa. La novena, ya a las afueras del templo cuyo atrio fue la escena del Gólgota, el llamado ?Cerro de las Calaveras? en el que se plantaron las tres cruces para dar muerte a Jesucristo y a los ladrones Dimas y Gestas.
Fue entre la octava y novena estaciones cuando comenzó la recta final del suplicio escénico de Los Ángeles. Pero también, a partir de ahí se animó la venta de bolis y raspados de hielo, pues ahí comenzaba la decoración de comerciantes ambulantes en el perímetro del templo.
Por altavoces se transmitía a los presentes la explicación religiosa y cristiana de los acontecimientos. Para las 12:00 horas llegó el personaje de Cristo con la cruz a cuestas hasta el atrio.
A las 12:30, las palabras finales del protagonista: ?Dios mío, Dios mío: ¿por qué me has abandonado? Padre: en tus manos encomiendo mi espíritu?. ?Y expiró Jesús?, dijo el narrador.
La gente se retiró del atrio de Los Ángeles y sin pensarlo tanto, muchos decidieron cruzar el camellón de avenida Normal para aprovechar la nublada tarde en el Parque Guadiana.
Las fuentes se convirtieron en albercas para los niños, mientras la tradición y la costumbre del Viernes Santo en Durango, al menos una vez más, fue refrendada por los fieles.
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Ciudad vacía
La ciudad se ve vacía, no hay comercios, restaurantes ni oficinas abiertas. Las calles están semivacías y el transporte público es escaso. ?Son días de recato?, dice la Iglesia. ?Son días de descanso?, dicen las empresas.
A diferencia de otros sitios del país donde las fechas de Semana Mayor implican el arribo de miles de turistas, en Durango sucede lo contrario: no hay turistas y la gente de aquí se va a divertir a otras partes.
Por eso ayer, de no ser por la gente que participó en los viacrucis vivientes que organizaron templos y parroquias como Los Ángeles, San Agustín, Catedral, Sagrado Corazón, la ciudad se hubiera visto vacía y sin vida.