Mazatlán, Sinaloa.- La Serie del Caribe, que transcurre en Mazatlán, en el Pacífico mexicano, fue inaugurada ayer con un espectáculo de 50 minutos, en el que sobresalieron los colores y la música puertorriqueña, dominicana, venezolana y mexicana.
El acto en el Estadio Teodoro Mariscal en el que participaron los jugadores, olvidó por un momento la frustración de los aficionados por la llegada tarde a México de las Águilas del Cibao, campeones dominicanos, causa de la suspensión del primer partido del torneo.
Una joven vestida de negro con el nombre del país más ganador de la Serie, República Dominicana, fue la única señal de que esa nación participará, aunque sus jugadores todavía no arriban.
Con danzas regionales de México, ejecutadas por hombres con pantalones negros y sombreros y mujeres con vestidos de muchos colores, empezó el acto inaugural ante unos 15,000 aficionados que mostraron alegría, más cuando el parque quedó a oscuras y una luz de fuego simuló un jonrón, narrado por un locutor en el sonido local.
Rayos laser verdes y más fuego, otra vez música y danzas alrededor de una pelota gigante situada en la segunda base completaron la ceremonia, antesala del partido inaugural, entre los Tigres de Aragua, campeones venezolanos, y los Venados de Mazatlán, monarcas mexicanos.
Poco antes de la entrada al campo de los beisbolistas, cuatro carrozas desfilaron con bailarinas que representaron a cada uno de los cuatro países concursantes en la denominada pequeña Serie Mundial.
El cierre fue un homenaje a siete figuras entronizadas en el Salón de la Fama del Caribe: el estadounidense Willie Mays, el cubano Orestes Miñoso, el panameño Rod Carew, el mexicano Juan Navarrete, el directivo Horacio López y los árbitros Víctor Sáez y Armando Rodríguez.
