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Con violencia o sin violencia

Adela Celorio

ENTRESACADO

-¿De qué te ríes?- preguntó el tipo desconcertado. -Ay disculpa, deben ser los nervios, es que no estoy acostumbrada a que me asalten de noche en mi recámara. A mí siempre me asaltan a pleno día y en la calle. Satisfecho con la explicación, Pasamontañas procedió a despedirse: -Te felicito lo hiciste muy bien. Ahora voy a salir pero te advierto que atrás de la ventana hay un colega mío apuntándote, por lo que más vale quedarte quieta y calladita mientas nos retiramos ¿entendido?

¿Qué qué?- Preguntó mi amiga Boruca retirándose de los oídos los tapones de silicón que usa para dormir desde que su calle se convirtió en eje vial. -¡Shhh! Esto es un asalto: ¿lo quieres con violencia o sin violencia? -Sin violencia- respondió Boruca casi sin voz, al percibir junto a ella al hombre con pasamontañas. -Entonces voy a pedirte que me entregues tus joyas. -Considerando que este es mi tercer asalto, ya sólo me queden dos jueguitos que uso para las bodas porque combinan con todo, pero déjame traerlos.

Las joyas de mi amiga resultaron de su agrado y Pasamontañas continuó: ¿Tienes Dólares? -Permíteme- dijo Boruca y volvió de su vestidor con los billetes que el tipo se embolsó como un Bejarano cualquiera. -¡Ahora dame todo lo que tengas en moneda nacional! -Ni creas que tengo tanto porque soy dentista y hoy sólo me llegaron dos pacientes- se disculpó. -No te preocupes, dame lo que tengas- y Boruca vació frente a él su cartera. -¿Tienes caja fuerte? -No- dijo ella y Pasamontañas ordenó: ¡métete a la cama y no te muevas mientras verifico que no mientes¡

Y el tipo se metió al vestidor de donde sólo salió después de remover ropa y cajones. -Parece que dices la verdad, eres una linda mujer- aprobó el ladrón. Y eso que no me has visto las piernas, pensó Boruca, y al recordar los euros que guardaba en el botiquín para un próximo viaje a Europa, le dio un incontenible ataque de risa.

-¿De qué te ríes?- preguntó el tipo desconcertado. -Ay disculpa, deben ser los nervios, es que no estoy acostumbrada a que me asalten de noche en mi recámara. A mí siempre me asaltan a pleno día y en la calle. Satisfecho con la explicación, Pasamontañas procedió a despedirse: -Te felicito lo hiciste muy bien. Ahora voy a salir pero te advierto que atrás de la ventana hay un colega mío apuntándote, por lo que más vale quedarte quieta y calladita mientas nos retiramos ¿entendido?

-¿Y tu que hiciste? Le pregunté a Boruca. -Pues me puse los tapones y seguí durmiendo. La alarma cundió cuando por la mañana, mi marido -quien durmió en otra recámara porque tiene prohibido meterse a la mía cuando llega con aliento alcohólico- entró y notó el desbarajuste del vestidor. ¡¿Qué pasó aquí?! -Se metió un hombre anoche- le expliqué. -¿Pero cómo? ¿Qué te hizo? ¿Cuánto tiempo estuvo aquí? -Pues mira, llegó como a las cuatro de la mañana y a eso de las ocho se fue bien feliz- le dije al Gordo y me metí cantando a la regadera.

Como me lo contó Boruca yo se los cuento. Y pasando a otra cosa, me llegan noticias de que el cielo lagunero siempre tan sequito, decidió soltar toda el agua al mismo tiempo. ¡Caray! Un poco de orden allá arriba y la lluvia se distribuye entre 365 días ¿no es cierto? adelace@avantel.net

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