Firman Sudán y los rebeldes del sur un tratado de paz que pone fin al conflicto iniciado en 1983.
Nairobi, Kenia (EFE).-El Gobierno de Sudán y los rebeldes del sur pusieron hoy fin a más de dos décadas de guerra civil con la firma, presenciada por jefes de Estado y de Gobierno africanos, de un acuerdo de paz logrado tras tres años de negociaciones.
El vicepresidente sudanés, Ali Osman Mohammed Taha, y el líder del rebelde Ejército Popular de Liberación de Sudán (EPLS), John Garang, estamparon su firma en el documento final sobre las 10:15 hora local (07:15 GMT) en un estadio de la capital de Kenia.
Testigos de honor fueron el jefe de Estado del país anfitrión, Mwai Kibaki, y el de Uganda, Yoweri Museveni, a su vez presidente de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD en inglés), organismo regional del este africano que ha auspiciado las conversaciones de paz.
El jefe de Estado de Sudán, Omar Hassan el-Bashir, presenció sonriente la firma, sentado entre Kibaki y Museveni.
El secretario de Estado de EU, Colin Powell, fue la primera personalidad internacional que suscribió el documento como testigo, y a él siguieron representantes de la ONU y la Unión Europea, entre otros.
El acto concluyó con el intercambio de los documentos firmados y un apretón de manos entre Taha y Garang.
Bailes africanos, canciones, vítores e invocaciones a Dios y a Alá no dejaron de sonar en la ceremonia, que marca el fin de una guerra que se ha cobrado la vida de más de dos millones de personas, a causa de los combates, el hambre y las enfermedades exacerbadas por la contienda.
A la ceremonia asistieron los presidentes de Tanzania, Argelia, Ruanda, Burundi y Somalia, los primeros ministros de Etiopía y Chad, los vicepresidentes de Sudáfrica y Nigeria, el secretario general de la Liga Árabe, diplomáticos de todo el mundo y la keniana Wangari Maathai, reciente Premio Nobel de la Paz.
En sus discursos, todos los dignatarios se refirieron a este día como "una jornada histórica" y el comienzo de un "prometedor futuro para Sudán".
El secretario de Estado de EU, Colin Powell, reiteró que Sudán "es una prioridad" para el presidente estadounidense, George W. Bush, y prometió el apoyo de Estados Unidos, ya que, dijo "hay mucho por hacer".
Powell se refirió también al conflicto paralelo de la región noroccidental de Darfur, que desde febrero de 2003 ha causado más de 70 mil muertos y más de un millón de desplazados.
"Queremos ver desde hoy rápidas negociaciones para acabar con el conflicto de Darfur", señaló.
El presidente sudanés afirmó que este acuerdo de paz es "una hoja de ruta para resolver el conflicto de Darfur" y aseveró que una vez haya paz en todas las esquinas del país, "Sudán será un ejemplo de tolerancia y de coexistencia de diversas tradiciones".
El presidente keniano recalcó que la paz sudanesa también marca "una nueva era en África en la que los conflictos pueden ser resueltos pacíficamente y a través del diálogo".
"Si África va por detrás del mundo es principalmente debido a los conflictos. No podemos permitirnos resolver nuestras diferencias mediante la guerra", dijo Kibaki.
Por último, el líder del rebelde EPLS, John Garang, se refirió a la paz como "el mejor regalo de año nuevo posible".
"Ya no caerán bombas desde el cielo y podremos oír cantar a los niños", dijo Garang, quien ordenó la liberación inmediata de todos los prisioneros de guerra en custodia del EPLS.
"Este acuerdo cambiará Sudán para siempre y traerá transformación democrática y una unidad basada en la voluntad del pueblo y no en la guerra", agregó.
La guerra ha enfrentado desde 1983 al norte musulmán con los rebeldes del sur, que se levantaron en armas cuando el régimen de Jartum impuso la "sharia" o ley islámica en todo el país, incluido el sur, donde la población es mayoritariamente animista o cristiana.
Las conversaciones de paz se iniciaron en 2002 y han resultado en la firma de siete protocolos y un acuerdo de alto el fuego permanente.
Los acuerdos prevén un periodo de transición de seis años durante el cual la ley islámica no será aplicada a las comunidades sureñas y a cuyo término se celebrará un referéndum en el que la población decidirá si se independiza del norte musulmán.
Las partes también han acordado compartir al cincuenta por ciento los beneficios de los yacimientos petrolíferos, el dispositivo de seguridad que prevalecerá en el país durante la transición, fórmulas para compartir el poder político y el estatus y administración de las montañas de Nuba, el Nilo Azul y Abyei, regiones entre el norte y el sur del país en disputa por ambas partes.