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CISJORDANIA.- Con la Misa de Resurrección en la Basílica donde la tradición sitúa el lugar en que reposó tres días el cuerpo sin vida de Jesús, concluyeron en Jerusalén las ceremonias de esta Semana Santa, a las que asistieron miles de peregrinos.
“Yo resucito y estoy contigo, ¡Aleluya!”, clamó el arzopisbo de Tierra Santa, Monseñor Michel Sabah, al poner fin a la misa junto a la tumba vacía de Cristo, en presencia de los cónsules de potencias protectoras de Tierra Santa: Francia, Bélgica, España e Italia.
La ceremonia tuvo lugar en la Basílica del Santo Sepulcro, en el monte Gólgota, donde según la tradición descansó el cuerpo de Jesús de Nazareth después de su muerte en la cruz y hasta que resucitó a los tres días.
“Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado...; le condenarán a muerte..., y se burlarán de él, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a los tres días resucitará”, dicen los Evangelios sobre la fiesta más importante y gloriosa del año eclesiástico.
La misa fue oficiada en el recinto subterráneo que contuvo el cuerpo de Jesús, un lugar que estaba fuera de las murallas de Jerusalén porque la Ley judía de aquella época ordenaba enterrar a sus muertos extramuros.
Pero desde hace ya siglos, el Gólgota está dentro de la Ciudadela y cubierto por la Basílica del Santo Sepulcro, uno de los más emblemáticos centros de peregrinaje en Tierra Santa junto con la Basílica de la Anunciación en Nazareth y la de la Natividad en Belén.
Allí, según la creencia popular cristiana, está también enterrado el primer hombre, Adán, quien recobró la vida por unos instantes al contacto con la sangre de Jesús crucificado.
A los “!Aleluyas!” y “!Hosanas!” por la resurrección siguió una procesión dentro de la Basílica guiada por los monjes de la Orden de San Francisco de Asís -que custodia los lugares santos desde hace más de ocho siglos- hasta la Piedra de la Unción, donde cristo recibió los últimos óleos.
Los religiosos rodearon tres veces el sepulcro de Cristo y los peregrinos encendieron velas en un ritual que conmueve a niños y adultos.
La tradición sitúa en el Monte de los Olivos la ascensión de Cristo a los cielos, en un lugar consagrado por un templete octogonal construido por los primeros cruzados, pero donde desde el siglo XII hay una mezquita.
Por una concesión que se remonta a Saladino, los cristianos son autorizados a celebrar allí la Eucaristía en la fiesta de la Ascensión, junto una piedra en la que los creyentes ven la huella del pie derecho dejada por Cristo en su ascensión a los cielos.
La huella izquierda fue llevada a la mezquita de El Aksa en la Edad Media.
