El llamado a la disciplina que hace el dirigente estatal del Partido Revolucionario Institucional, a quienes aspiran a ser el candidato de dicho partido en las próximas elecciones a la gubernatura de Coahuila, resulta digno de análisis.
Frente a la interpelación que hacen los precandidatos en el sentido de que se fijen “reglas claras” en el proceso interno del PRI, Miguel Arizpe Jiménez, que por añadido es un aspirante que participa como juez y parte, los conmina a que respeten los tiempos del calendario electoral y les reprende por la precampaña anticipada en que se encuentran inmersos.
El mensaje está dirigido de manera especial al senador Alejandro Gutiérrez y al secretario de Gobierno Raúl Sifuentes Guerrero, quienes según versiones que han trascendido a los medios, se habrían reunido el viernes pasado para conspirar en contra de lo que su juicio, constituye un proceso en el que existen “dados cargados”.
Sin embargo Miguel Arizpe es el menos indicado para arrojar esta primera piedra a los acelerados, pues él mismo violó los tiempos electorales al celebrar el pasado doce de febrero, el Consejo Político del PRI que decidiría el método para postular candidatos a gobernador, alcaldes y diputados, como primer paso formal de la precampaña del PRI en el Estado.
El Consejo tuvo lugar con bombo y platillo; los priistas declararon públicamente que habían determinado la forma de elección, aunque no dieron detalles, por lo que el reclamo que hoy hacen los precandidatos y el llamado al respeto de los tiempos por parte de la dirigencia priista, resultan del todo incomprensibles.
Lo cierto es que el procedimiento interno del PRI fue iniciado por el propio Arizpe Jiménez fuera de tiempo según lo previsto por los artículos 84, 85, 86 fracción I, 87, 107 y 108 de la Ley de Instituciones Políticas y Procesos Electorales del Estado de Coahuila, lo que afecta de nulidad los actos extemporáneos y pone en aprietos a ese partido.
De acuerdo a esas disposiciones, el proceso electoral en Coahuila inició el quince del mes de marzo pasado, por lo que la apertura del proceso interno priista en forma anticipada, contradice a lo dispuesto en la Ley Electoral en el tema de precampañas y como violación de origen, es la fuente de todas las demás turbulencias que estamos presenciando y que si bien ocurren al interior del PRI, contaminan el ambiente electoral en su conjunto.
La violación que es objeto de comentario deriva de una contradicción entre el calendario de precampaña determinado por los estatutos del PRI y los tiempos de nuestra Ley Electoral local, que fue creada hace cuatro años como camisa de fuerza para sujetar a la ciudadanía y a los partidos de oposición y que hoy revierte en contra de los intereses de partido en el poder.
Es pertinente recordar que hace seis años, para el mes de marzo de 1999 el PRI ya tenía candidato a la gubernatura, lo que permitió a Enrique Martínez posicionarse con plena comodidad. En esta ocasión, la sofocante Ley Electoral anunciada como de vanguardia, impide hacer una campaña de esas características.
Por ello es posible que ante la imposibilidad legal de emprender una precampaña en forma, el priismo coahuilense hubiera montado un teatro a partir de la presunta existencia de diversas corrientes que se disputan la candidatura, con el fin de aparentar una competencia democrática y de paso posicionarse en los medios como opción política universal y única para Coahuila, habida cuenta que en la pasarela que ofrece este conflicto, real o fingido, todos los que participan como aspirantes priistas pertenecen al círculo íntimo del gobernador Martínez y Martínez y en cambio, ningún otro priista y desde luego ninguno de oposición.
Lo anterior es posible imaginarlo, en un momento en que la política privilegia la simulación y el circo, en el marco de una Ley Electoral que reproduce corregidos y aumentados, los vicios del viejo régimen.
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