Basta analizar la parte medular de la sorpresiva y ríspida confrontación que sostuvieron ayer en un programa de radio la lideresa del sindicato magisterial, Elba Esther Gordillo y el candidato priista a la Presidencia, Roberto Madrazo, para entender que la pretendida unidad en las filas del tricolor, resulta tarea punto menos que imposible. Gordillo acusó a Madrazo de mentir, lo retó a un debate y a someterse a la prueba del polígrafo: “yo no puedo estar con el partido de Roberto Madrazo, violentó la Ley; él miente, ¿tú le crees a Madrazo?, yo tampoco… no sabe de valores”.
Y eso no es todo. Elba Esther aseguró que Madrazo y “su grupo” se dedicaron a agraviarla, a lastimarla y que “soy priista, pero no pertenezco al grupo de Madrazo y como priista, no puedo levantarle la mano”, a lo que el aludido respondió que “aquí se trata, quiera ella o no, que el PRI regrese a la Presidencia de México… la gran duda es si ella va a trabajar para el PRI o para su amigo Fox”.
La parte medular de la confrontación se refiere, sin duda, al papel que ha jugado el sindicato de maestros. Elba Esther sostuvo que “el PRI debe estar al servicio de la ciudadanía. Mi sindicato es respetuoso de la pluralidad, pero no estoy con el señor Madrazo y no obligaré a los maestros”, ante lo que Madrazo sentenció que el PRI ya no es un partido que vive de “sindicatos del pasado; respeto que no esté conmigo. Hay cosas qué trabajar por el partido y por el país. Necesitamos conformar un frente ganador; si la maestra Gordillo no apoya al candidato del PRI pero sí apoya al PRI, bienvenida, pero muchos de los miembros del magisterio, con indicaciones de la dirigente, coordinaron los agravios a mi precampaña”.
Basta ya de recordar los detalles del intercambio de acusaciones y denuestos; queda rescatar el hecho de que el incidente no es sólo anecdótico, ya que refleja el nivel de confrontación entre los distintos grupos al interior del PRI y el afán, hasta el momento demostrado, de golpearse con tal fuerza que las posibilidades reales de que el partido salga airoso del trance y logre constituir una opción real de triunfo en 2006, sean cada vez menores.
Las disputas por el poder suelen ser cruentas, pero hoy también lo son públicas y eso ayuda a normar criterios e inclinar la balanza en las muy personales intenciones de voto.