Roma, (EFE).- Italia está conmocionada por la decisión de Grazia Rignanese, una mujer embarazada de siete meses, que se suicidó al no poder soportar la muerte de su hija adolescente, asesinada casi un año por un pariente.
Rignanese, que tras una larga sucesión de desgracias había ido a vivir a casa su madre, aprovechó una ausencia de ésta para dirigirse a su propio hogar donde se ahorcó, con lo que provocó también la muerte del bebé que esperaba.
La mujer estaba aquejada de una grave depresión desde la muerte de su hija, Giusy Potenza, de quince años, asesinada en noviembre de 2004 cerca de Foggia (región de Apulia, este del país), por primo de su padre, de 26 años, con el que mantenía una relación que no quería romper aunque él estaba casado.
El caso de Giusy volvió a la atención pública el pasado mayo cuando dos de sus amigas de más edad fueron arrestadas bajo la acusación de haber inducido a la adolescente a prostituirse.
La sospecha de que su hija se hubiera prostituido fue demasiado para la madre, quien tras aquella revelación dijo: "me la han matado dos veces" y aseguró que todo era mentira.
El padre de la joven, Carlo Potenza, también reaccionó mal a la revelación de que la Giusy se había prostituido y fue detenido y acusado de intento de asesinato por apuñalar al padre de una de las dos acusadas.
Rignanese estaba inmersa en una grave depresión y estado de postración desde la muerte de la adolescente, siempre más profunda según se fueron sabiendo los detalles de la autoría del asesinato y la acusaciones de inducción a la prostitución.
La sorpresa e interés causadas por el suceso, llevó a la cadena de información SkyTg24 a recuperar una entrevista realizada a Rignanese el pasado abril, en la que la mujer, entre lágrimas, asegura que le gustaría reunirse con su hija muerta y califica su vida de "imposible".