EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Para muchas personas, después de la vivienda, el automóvil es, por necesidad, funcionalidad o mera presunción, el bien patrimonial más importante. Es uno de los objetos de deseo más arraigado entre los consumidores.
Mucho tiempo pasó ya desde que en 1898 se registró el primer auto en México, un modelo francés llamado Dellanau Villeville. Hoy en día (por lo menos hasta septiembre del año pasado) circulan alrededor de 16 millones y medio de automóviles en el país, que en promedio tienen 12 años de uso.
De acuerdo a la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), debido al paso del tiempo y a los miles de kilómetros recorridos, el mercado de repuestos automotrices en México (que estima en 5.5 millones de dólares) es un negocio nada despreciable que aprovechan 39 mil 410 refaccionarias y 146 mil 720 talleres mecánicos.
Cuando llega el inevitable momento de reponer o cambiar alguna parte del automóvil, existen un buen número de opciones listas para brindar el mejor servicio y precio. Solucionar el problema no siempre es sólo cuestión de dinero.
De la bujía a la calavera
El ramo de las autopartes es el segundo sector más importante dentro de la industria manufacturera mexicana y contribuye con casi el 90 por ciento (alrededor de 420 mil) de los empleos en la industria automotriz, que es la número uno.
Pero cuando se habla de autopartes, mucha gente sólo reconoce las piezas que encuentra a la vista, lo más desprendible y comercial: rines, calaveras, faros, vidrios, entre otros. En realidad, las autopartes son todos los componentes de un auto, desde el más desconocido filtro hasta el parabrisas o el volante.
De modo muy esquemático, se podría decir que la producción de autopartes se divide en dos: las destinadas a la fabricación de los autos y las dirigidas al mercado de cambio o repuesto, que se conoce como refacciones.
La Industria Nacional de Autopartes (INA), A. C. es la organización que representa a un buen porcentaje de los mil fabricantes de partes y componentes automotrices establecidos en México: “las empresas asociadas a la INA representan más del 80 por ciento de la producción”, según Omar Zúñiga, director de estudios económicos de dicha asociación.
Al cierre de 2004, la producción de autopartes en México presentó un récord histórico de 22 mil 284 millones de dólares, cifra que rebasó la producción máxima registrada: 21 mil 617 millones de dólares en el año 2000.
Dejando a un lado las cifras, el consumidor sabe que hacerse de un auto conlleva la necesidad de dar mantenimiento continuo al vehículo, lo que bien puede significar el cambio de piezas dañadas o faltantes. Las autopartes o refacciones más demandadas son filtros, bujías, balatas, fusibles, limpiaparabrisas y acumuladores, entre otras.
Lo anterior se entiende porque son partes que por su uso y consecuente desgaste deben cambiarse cada determinado tiempo. Sin embargo, existen ciertos componentes que se desea ver intactos durante toda la vida útil del automóvil, pero que por azares del destino o “destrezas” de cualquier hijo de vecino (eso de robar autopartes requiere de toda una técnica) no es posible: calaveras, parrilla, antena, neumáticos, rines, faros, espejos y demás.
Lo cierto es que comprar autopartes es una necesidad que por obligación debe ser satisfecha, pero no a cualquier precio.
El dilema: ¿dónde adquirirlas?
Pocos actos de satisfacción material pueden compararse con el hecho de salir de una agencia automotriz y ver cómo el odómetro del auto registra los efímeros ceros del kilometraje recorrido.
El romance durará el mismo tiempo que la garantía o, si el amor es del bueno, durante los tres primeros años de uso, el tiempo promedio en que los conductores recurren a la agencia para reparaciones.
Al principio muchos consumidores formulan la pregunta: “¿Cómo le voy a poner a mi auto esa calavera que sabrá Dios qué carcacha la traía? Yo la quiero igual, original, de agencia, aunque me cueste”. Pero conforme transcurre el tiempo, lo más probable es que el mismo consumidor recurra a los talleres independientes y a las refaccionarias de la localidad para conseguir los repuestos necesarios.
Existen numerosas opciones para comprar autopartes, algunas nada honorables, pues es un hecho que muchos de los 22 mil 258 automóviles robados en el país durante el primer semestre de 2004, fueron desmantelados y distribuidos en algunas refaccionarias y puestos de tianguis de todo México.
Por poner algunos ejemplos, en el tianguis de Santa Cruz Meyehualco, en la ciudad de México, se pueden encontrar espejos por 180 pesos cuando en la agencia cuestan arriba de 400. Calaveras que son toda una ganga entre 200 pesos y 300 y tapones casi regalados.
Sin embargo, el robo de autopartes (del que no existen cifras ni cálculos del impacto económico que su comercialización causa a los fabricantes y vendedores legalmente establecidos) no es el único problema al que se enfrenta la industria: en palabras de Omar Zúñiga, “la importación ilegal (contrabando) de autopartes es el principal problema, porque representa una seria competencia desleal para los fabricantes”.
Cómplices de la ilegalidad
Cuando un consumidor acude a refaccionarias o tianguis de autopartes donde sabe que puede haber mercancía ilegal, lo único que le interesa es encontrar la pieza necesaria que esté en el mejor estado posible y, sobre todo, que sea barata. Sin embargo, se forma un círculo vicioso si a alguien le roban una autoparte y va prácticamente con quien se la robó, en vez de comparar el repuesto en un lugar debidamente establecido.
A lo anterior se suman otros inconvenientes más próximos: la calidad de las autopartes es una incógnita, no se admiten reclamaciones ni se hacen cambios, y por supuesto, jamás se consigue una nota, mucho menos una factura.
Sin embargo, lo más importante es que al comprar mercancía robada, el consumidor podría incurrir en un delito del fuero común o incluso federal, lo que traería como consecuencia multas y tal vez la cárcel.
Recomendaciones
Para evitar malos hábitos a la hora de comprar y no fomentar la cultura de la
corrupción que desde distintos frentes daña la vida del país, la Profeco recomienda:
- Acudir a refaccionarias legalmente establecidas.
- Exigir que le entreguen una nota o factura, con la que se acredite la compra. Este documento es indispensable ante cualquier inconformidad
- Es necesario asegurarse que la pieza que se va a adquirir cuente con garantía.
- Siempre comparar precio.
- Con el objetivo de desmotivar la compra de autopartes robadas, algunas Agencias aplican estrategias de venta bastante atractivas.
FUENTE: Procuraduría Federal del Consumidor