Es indiscutible que nuestra nación se encuentra en un proceso de cambio entre la tradición y la modernidad, los resultados de la encuesta Los valores de los mexicanos arroja que más de la mitad de la población no desea que nuestro país se parezca a ningún otro. Setenta por ciento de la gente hace esfuerzos por influir en su entorno y mejorarlo en lugar de solo adaptarse a él. En México hay consenso con relación a que los principales factores de triunfo son la buena educación y el trabajo duro, aunque cien mexicanos digan que las escuelas y el trabajo no deberían haberse inventado. Aún cuando todavía hay un largo camino por recorrer, a la mujer se le revalora tanto por parte de los hombres, como por parte de ellas mismas. La encuesta también revela que aspiramos a encontrar nuestra identidad y a ubicar a nuestro país entre los países desarrollados.
México tiene un gran potencial de cambio debido al alto porcentaje de población joven, los jóvenes siempre encuentran el tiempo, las energías y el entusiasmo para lograr los objetivos que se proponen. En la encuesta resultó que el sesenta y ocho por ciento de las personas no están dispuestas a conformarse con la manera como las cosas se dieron o se dan, saben que el futuro puede ser mejor que el pasado y el presente y quieren crecer, ser mejores y ser exitosos.
La capacitación humanística del mexicano, puede hacer mucho por él, el puro adiestramiento técnico mejora sus habilidades, pero con mucha frecuencia lo robotiza si no va acompañado de una formación humana que promueva el crecimiento y el desarrollo integral haciendo que el individuo base su aprendizaje en el esfuerzo y en la dedicación.
Siempre se ha dicho que hay dos tipos de personas que nunca llegan a nada: las que nunca obedecen y las que solo saben obedecer; con esto no se quiere decir que debemos ser desobedientes, no. Sin embargo, crear implica producir cosas nuevas y valiosas y para ello, el primer ingrediente necesario es la alta autoestima, sentirse capaz de dejar de recorrer caminos trillados para brincarse las trancas abriendo caminos nuevos con el riesgo de encontrar el posible fracaso, no temerle al cambio, sino buscarlo y enfrentarlo y sobre todo sobreponerse o evitar a las personas negativas. Los jóvenes deben saber que a lo largo de sus vidas se toparán con gente que siempre tratará de impedir que logren lo que desean, de destruir sus sueños y desanimarlos, pero si ve uno el lado bueno de lo que nos sucede, esas personas nos dan la oportunidad de comprobar si realmente deseamos alcanzar los objetivos y probar que somos suficientemente fuertes como para lograr lo que nos proponemos.
Si los mexicanos superamos el sentimiento de minusvalía por medio de la autoestima, estaremos en posibilidad de desarrollar nuestro potencial creativo. Los mexicanos tenemos ingenio, imaginación, flexibilidad, emotividad, dedicación y entrega, todas ellas cualidades necesarias para ser creativos y las cuales no debemos aplicar solamente en las artesanías, el folklore o los chistes, sino que se pueden utilizar para lograr el desarrollo tecnológico y social de nuestro país. Debemos cambiar la educación escolar y familiar rígida y dogmática que reprime el potencial humano para la creatividad y fomenta el conformismo creando individuos moldeados y adaptados en extremo a los hábitos y costumbres de una cultura sobreprotectora y paternalista. El proceso anterior puede modificarse para que el mexicano sea más disciplinado, más constante y sobre todo que desarrolle confianza en sí mismo y en los demás para ser creativo.
Podemos desarrollar mas mexicanos íntegros que tengan y aprovechen todas las características positivas de nuestra cultura: obedientes cuando se requiera, o rebeldes si así se hace necesario; afectivos y complacientes, pero disciplinados, reflexivos, metódicos y optimistas. Mexicanos que se opongan a la corrupción y al compadrazgo convencidos de que los logros se obtienen a base de esfuerzo y dedicación. Ya existen mexicanos de este tipo, debemos producirlos a montones. Actualmente se les puede hallar en todos los niveles socioeconómicos, tanto en la ciudad como en el medio rural, entre los hombres y entre las mujeres.
Los mexicanos de este tipo son inteligentes, tienen buena capacidad de comprensión y sobre todo son muy responsables y comprometidos, por ello, en estas personas no se presentan aspectos negativos como baja autoestima, inseguridad, dependencia y desconfianza. Tienen mucha facilidad para relacionarse, son amables, respetuosos, corteses e interdependientes por lo que enfrentan con éxito los problemas que se les presentan y son muy creativos. Si todas las familias mexicanas educan jóvenes con estas cualidades, podemos transformar la orientación de nuestra cultura para que en lugar de que este tipo de mexicanos sean los menos, se conviertan en el común de la gente para ser la mayoría. Como hoy son pocos, a veces son absorbidos por la mayoría dominante o actúan de manera aislada sin mucho o ningún reconocimiento. Hay que descubrirlos, apoyarlos, “clonarlos” e impulsarlos como líderes creativos, positivos y constructivos para que sean los promotores de los cambios que nuestro país urgentemente necesita.
Si todos nos proponemos aprender de otros, si las empresas reencuentran el valor del factor humano y lo recompensan por sus esfuerzos en función de su productividad, si los motivan a través del fomento a los valores y la capacitación buscando la excelencia individual y organizacional, se garantizará la autorrealización y la creatividad de los mexicanos, ¡Lo podemos hacer!
Cuando le preguntaron cuáles eran los tres elementos más importantes para mantener y alentar a un pueblo, Confucio dijo: “Las armas, el alimento y la fe, pero si solo se puede contar con dos, las armas no son tan necesarias, y si de los dos restantes hubiera que elegir uno solo, entonces lo imprescindible es conservar la fe del pueblo”.
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