La cita fue a las ocho de la noche en su casa; puntual, arribé a la hora señalada y me recibió personalmente a las puertas de su domicilio con una amplia sonrisa. Al preguntarle ¿Cómo está? Me dijo: “contento, muy contento”. Después de los saludos de rigor, entramos en la plática franca y abierta; la vez anterior que platicamos fue en mayo de 1998, hace casi siete años. El día 29 de marzo pasado, me invitó a visitarlo al día siguiente y con hospitalidad sin igual, se hizo cargo de hasta los más mínimos detalles. En la mesa se habían servido bebidas y bocadillos deliciosos y cómodamente iniciamos nuestra charla después de un prolongado abrazo. También estaba listo para funcionar, un equipo estereofónico de discos compactos. El tema principal por el que el Ing. Carlos Pérez Valdez me invitó a conversar, será tema de otro artículo. Hoy, quiero describir y compartir con los radioescuchas, los conceptos, las ideas, y las profundas reflexiones que a su vez, compartió conmigo tan ilustre persona.
Nuestros primeros momentos de charla, giraron en torno al tema de cómo encender el espíritu de lucha y de cooperación de los laguneros, como hacerle para que los habitantes de esta región abandonemos la dejadez y recuperemos la capacidad de asombro para poder actuar y poner en práctica los valores elementales de la convivencia humana. “Debemos encontrar la palabra incendiaria que nos mueva y nos quite el letargo para unirnos y que de esta manera el trabajo de todos por nuestra región, rinda los frutos que todos deseamos” decía con semblante serio el Ing. Pérez Valdez.
A insistencia mía, el tema cambió hacia su vida, me dijo que es inmensamente feliz, que está verdaderamente satisfecho con lo que ha hecho en su vida. “Mi vaso de la felicidad esta rebosante, mi vida ha sido maravillosa, no tengo queja. Soy racional y no olvido que soy mortal, tengo enfermedades degenerativas, pero no terminales, me quiero mucho a mi mismo. Si de algo me debería arrepentir, es de no haber hecho ejercicio en forma regular, si hubiera hecho ejercicio, mis huesos y músculos estarían en buenas condiciones”. “La culpa de mis enfermedades la tengo yo, y nadie más que yo, son mi responsabilidad personal; los jóvenes no piensan que van a envejecer, la vida pasa la factura, debemos cuidar nuestro cuerpo con esmero”.
“Viví cincuenta y un años de matrimonio con una mujer excepcional que no se compara con nada y a quien vi irse de este mundo en una forma tan bonita y tan serena, rodeada de cariño y de ternura”. “Tengo tres hijos y tres hijas, maravillosos, no me faltó nada, estoy completo, no he robado ni afectado a nadie. He tenido tantas y tantas satisfacciones que no tengo palabras con que agradecer todo lo que me ha pasado. La vida es bonita; en ella, me la he jugado, le he entrado al toro, soy dueño de mi vida, ojala haya más personas tan felices como yo, quisiera que todos fueran iguales a mi en el balance de la felicidad”. “Tuve momentos difíciles y problemas como todo el mundo, pero siempre salí adelante. Creo que me he vuelto chocante y vanidoso y no debería ser tan presumido, pero, si, la vida me ha dado mucha felicidad”.
Le pregunté acerca de la calle que lleva su nombre y me dijo: “Me dio mucho gusto, la placa me la quería poner en el pecho, nunca me imaginé lo rápido que se iba a desarrollar ese sector, ahora la calle tiene muchísimas casas. Pero creo que hay personas con más méritos que los míos y nadie se ha fijado en ellas”. Cuando hablamos de los valores me comentó que para él, el más grande es el de la libertad, libertad con responsabilidad. “Es muy importante conocerse a si mismo, siempre he estado conciente de mis debilidades y mis fortalezas, se hasta donde puedo llegar, nacemos para servir y debemos aprender constantemente para servir mejor, de lo contrario, no servimos para vivir”. A esta altura de la conversación, sonó el teléfono y el Ing. Pérez Valdez contestó al amigo que le preguntaba por su estado: “Contento, muy contento” tal como me contestó a mi al principio de nuestro encuentro. Lo contento con la vida es algo que se percibe en todo lo que él expresa.
Después de la llamada telefónica, retomé el tema del matrimonio y le pregunte que si había querido mucho a su esposa y me contesto: “No solo la quería, todavía quiero mucho a mi Reina”. En ese momento, encendió el equipo estereofónico y se escucho la música y la letra de una de las canciones que el compuso para su esposa: Todo lo que me gusta, lo tienes tú. El más sublime amor, mi inspiración. Eres todo mi encanto y mi ilusión. Eres la Diosa Reina de mi canción.
El Ing. Pérez Valdez compuso la letra y la música de quince canciones; baladas, boleros, pasodobles y hasta una canción a ritmo de tango que se titula Añoranzas Laguneras. “No lo grabé con ese propósito, pero ya he vendido más de seiscientos discos” me dijo muy orgulloso. Escuchamos todas las canciones y en realidad, todas son muy buenas, hechas con el corazón en la mano. Una canción se la dedicó al torero Arturo Gilio, un pasodoble con señorío. También le dedico una canción a la hija de uno de sus amigos que entre otras estrofas dice: Le canto a una mujer maravillosa. Que más que una mujer, es una Diosa de las del tiempo aquel, de Moctezuma. Sus dulces ojos son, rayos de luna.
Después, leímos algunos de sus poemas del segundo libro que publicó: Punto de Vista. En este, su libro, el Ing. Pérez Valdez también refleja la felicidad que siente y el amor por su esposa y dice: Cerca de mi final, en mi recuento, Me da felicidad lo que ha pasado, sin presumir, me siento príncipe de un cuento que en ti halló su princesita, enamorado.
A la pregunta sobre el homenaje más grande que le han hecho, respondió “Nunca olvidaré lo que me dijo un amigo en una reunión aquí, en mi casa: Ingeniero, hay un dicho que dice, cuando encuentres una persona inteligente en tu vida, sigue sus pasos hasta el umbral de su casa. Por eso estoy aquí, en su domicilio.”
Definitivamente, la felicidad se contagia. Da mucho gusto y satisfacción, conocer a una persona feliz y contenta con la vida, carga uno la pila propia para estar también feliz por mucho tiempo. La cita terminó a las cero horas con quince minutos, cuatro horas y cuarto de comunión con una persona que ha logrado trascender. El próximo día 17 de abril, el Ing. Carlos Pérez Valdez cumplirá ochenta y seis años. ¡Muchas Felicidades!