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CONTEXTO LAGUNERO| No haga nada, no diga nada y no se meta con nadie

JUAN MANUEL GONZÁLEZ

EL SIGLO DE TORREÓN

Con toda seguridad, todos hemos experimentado fracasos en las diferentes etapas de nuestra vida, es muy probable, incluso, que no queramos ni siquiera acordarnos y mucho menos hablar de ello. Es entendible, pues a nadie le gusta ser perdedor. Las empresas no son la excepción, también en ellas se experimenta el fracaso y siempre hay un causante del mismo. Por supuesto, cuando algo sale mal en las empresas, siempre surgen los “te lo dije”, “yo nunca estuve de acuerdo con ello”, “ya sabía que iba a pasar así”, porque lo común es que dejemos solo al que propuso la idea y se equivocó. Si la idea fue buena y los resultados salieron bien, todos quieren saludar con el sombrero del éxito aunque lo único que hayan hecho para el logro haya sido no estorbar. Pero si las cosas no salieron como suponíamos y si el error, como siempre sucede, costo tiempo dinero y esfuerzo, al verdadero responsable, solo lo salva una cosa: su actitud ante el fracaso.

Cuando la sensación de fracaso es muy intensa, la persona tiende a aislarse socialmente, lo que refuerza su falta de autoestima y de confianza. Se suele dar el caso extremo, sobre todo en las personas que pierden su trabajo, de que se encierren en casa y pierdan paulatinamente sus contactos sociales, algo que evidentemente no ayuda a superar las cosas. Muchas veces, hacemos concientemente lo que sabemos no nos va a ayudar en nada a superar el fracaso, el ostracismo solamente ayuda a agudizar el problema y a prolongar la agonía. Lo que hace la diferencia entre los líderes y los perdedores no es el éxito o el fracaso, sino la actitud que adoptan ante cada una de estas circunstancias. John Conally, el ex gobernador de Texas que se convirtió en millonario gracias al petróleo invirtió toda su enorme fortuna en una serie de gigantescas promociones inmobiliarias... y se arruinó de la noche a la mañana. ¿Le dio por tomar en el bar de la esquina para ahogar sus penas? ¿Sacó su pistola y se pegó un tiro en la cabeza? ¿Se encerró a rumiar la derrota? Nada de eso; el tejano convocó a las cadenas de televisión ¡para que grabasen el embargo judicial de su fabulosa casa de Dallas! Fue como una especie de reto mediante el cual él proclamaba al mundo que era capaz de dar la cara pasase lo que pasase (y estaba pasando lo peor que le puede ocurrir a un empresario). De hecho, saldó sus deudas con los bancos, consiguió nuevos créditos y volvió a convertirse en millonario. Lo más importante es que se lo tomó con humor: se hizo bordar una almohada en la que se podía leer: "ya no es un pecado ser rico; es un milagro". Durante dos años, Conally apoyó cada noche su cabeza sobre esas palabras, y, una vez recuperada su economía personal, declaró: "esta derrota me ha enseñado que tanto la fama como la riqueza son efímeras. y que el mayor lujo concebible que se puede dar una persona es disponer de tiempo para pensar y llevar a cabo lo que uno desea hacer".

Bill Gates, el gran jefe de Microsoft, prefiere contratar a personas que hayan cometido algún error en sus anteriores empresas, incluyendo la posibilidad de que esos errores les hayan supuesto el despido: eso significa que han sido capaces de asumir riesgos.

El Director General de una empresa lagunera, líder a nivel nacional, decía a sus directores: “los dejo que tomen sus propias decisiones, en el entendido de que se pueden equivocar al hacerlo, eso se vale, lo único que les pido, es que el promedio de bateo sea bueno”. Y durante su gestión hubo muchos errores, pero hubo muchísimos más aciertos.

Alguien diseño una prueba sencilla y válida de cinco aseveraciones, que nos podemos aplicar nosotros mismos para saber que tan capaces somos para salir del pozo cuando sufrimos un fracaso. ¿Esta usted listo para hacerla?

1. Creo que el sentimiento de culpa sirve para hacer examen de conciencia y mejorar en el futuro.

Si usted contesto: Si. Se equivocó, la culpa carece por completo de utilidad cuando nosotros mismos somos los causantes del mal y los únicos perjudicados. Desde este punto de vista, el sentimiento de culpa es paralizador y se reproduce a sí mismo (uno se siente cada vez más culpable). Si contesto: No. ¡Muy bien! En efecto, el sentimiento de culpa no sirve para nada. Hay que distinguir con objetividad la diferencia entre "error" y "culpa". No todo el mundo sabe hacerlo.

2. No soporto que después de un fracaso vengan todos los "amigos" y aseguren que "ellos ya veían lo que me iba a pasar".

Si no lo soporta, no es la mejor respuesta. Su autoestima le está perjudicando; no se muestra receptivo ante las opiniones de los demás. En situaciones de estrés, la gente suele referirse a sí misma en términos peyorativos: "soy un desastre" o "todo me sale mal". Estas descripciones incorrectas acabarán por convertirse en realidad. Cuando nos declaramos la guerra a nosotros mismos, creamos un adversario que no podemos vencer. Cuando nos aceptamos y respetamos, creamos un amigo y un aliado. Si contestó que si lo soporta, es la respuesta correcta. Está bien que busque opiniones para sacar el mejor partido de sus posibilidades. Procure buscar siempre esas opiniones antes de que tengan lugar los desastres.

3. Un fracaso NO es una experiencia "como las otras", es algo muy serio y preocupante.

Contestar Si, no es la mejor respuesta. No nos podemos jactar de hacernos daño a nosotros mismos. Aunque no se trata de ir por ahí repartiendo culpas de nuestros propios errores, lo cierto es que no hay que preocuparse sino que lo que hay que hacer es ocuparse de resolver el problema. La respuesta correcta es: No. Debemos estar conscientes de que la culpa y la vergüenza son sentimientos paralizadores.

4. Si me despiden de un trabajo, procuro que la gente no se entere de mi situación.

Mal hecho; procure mantener vivos todos sus contactos. No se encierres en casa. Si no se atreve a llamar a una empresa para pedir empleo (o a buscar socios para un nuevo proyecto), seguro que está dando una buena oportunidad a sus competidores. Y ellos no se van a andar con remilgos. Y otra cosa: Haga ejercicio físico. Si ya es un deportista habitual, aumente sus horas de entrenamiento y además, tome mucho agua, cuando andamos estresados, el cuerpo requiere el doble de agua de la normal.

Si contestó usted que no, está en lo correcto. Manteniendo viva la red de contactos siempre tenemos más oportunidades para empezar de nuevo, ¿verdad? Cuente su historia y haga correr la voz de que anda buscando una nueva oportunidad.

5. No comprendo a ese tipo de gente que tras un fracaso andan como si no hubiera pasado nada y hasta se ven felices de la vida.

Si su respuesta fue afirmativa, es incorrecta. Usted tal vez no pueda controlar a los demás, pero seguro que sí puede controlarse a sí mismo. No deje que la tristeza haga mella en usted ni que la rabia lo descontrole: mantenga los ojos abiertos y no deje escapar la siguiente oportunidad. Tómese su tiempo para pensar. Analice sin pasión cómo funcionaron las cosas en el pasado y qué es lo que podrá mejorar si consigue una nueva oportunidad.

Si las comprende, usted sabe que lo esencial ante las dificultades es el ser capaz de mantener un estado de ánimo positivo. De esta forma, si tenía que dar diez brazadas para volver a salir a flote, lo más probable es que sólo tenga que dar las últimas cinco (porque las cinco primeras, precisamente, son las necesarias para recuperar el optimismo y la confianza).

Si no quiere tener fracasos, no haga nada, no diga nada, y no se meta con nadie. No asuma riesgos, deje que los triunfadores lo hagan.

Comarca Lagunera. Mayo, 2005.

Correo electrónico: jgonzalez2001@hotmail.com.

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