EL SIGLO DE TORREÓN
Somos una sociedad en proceso de cambio, Ya hay muchos ejecutivos, profesionistas, operarios, etcétera, que sienten la necesidad de dar un giro importante hacia el desarrollo de actitudes que nos permitan llegar a ser lo que potencialmente somos. A quienes tienen por lo menos un poco de visión, les motivan las posibilidades de crecimiento, maduración y desarrollo intelectual, social, técnico y político que se presentan al alcance de todos los que así lo deseen. Estamos ya concientes de que podemos pasar de ser una población pasiva, manipulada, indiferente y sometida, a una ciudadanía conciente, responsable, comprometida y participativa; el reto es muy ambicioso y arduo, pero también es muy atractivo.
El conocerse a sí mismo, es la base del desarrollo humano, es indispensable que cada quien conozca cuales son sus cualidades y cuales son sus debilidades, de otra manera, no podemos saber como sacarle provecho a las primeras y como superar las segundas. Esconder la cabeza como el avestruz nunca será una opción que de buenos resultados, no podemos ni debemos negar nuestra realidad y tampoco aceptarla solamente para cruzarnos de brazos y seguir iguales, no, reconocerla para superarla y para ser mejores. Aunque muchos estudiosos niegan que el mexicano se sienta devaluado, la realidad, aunque no nos guste, es que así se siente la mayoría. Nos han dicho que somos un país tercermundista y así nos lo hemos creído y de esa manera hemos reaccionado. Pero, definitivamente no es lo mismo sentirse inferior que ser en realidad inferior, no somos inferiores, pero actuamos como si lo fuéramos, por eso no alcanzamos nuestro desarrollo pleno, porque no nos sentimos capaces de lograrlo.
¿No es tiempo ya de echar a un lado las autobarreras que nos detienen? Ya es hora de que nos demostremos a nosotros mismos que si podemos alcanzar nuestras metas de desarrollo, superación y crecimiento. Si como estamos ahora no podemos vivir como un país rico, debemos partir de donde estamos y aprovechar todos los recursos, materiales y humanos que nos pueden convertir en un país rico y poderoso. Después de décadas de desperdiciar nuestros recursos, es el momento ya de reencontrar nuestros valores. El camino sería más fácil si todos los mexicanos o por lo menos la mayoría, pensáramos en términos de valores.
Debemos dejar atrás el estado de dependencia que siempre nos ha maniatado, no debemos estar esperanzados a la clase política, los mexicanos, todos, debemos cambiar a nuestro país cambiando primero nosotros mismos para mejorar. La suma de las mejoras de cada mexicano será el saldo de la mejora sustancial de México. México tiene que ser mejor a pesar de los políticos, pues hemos visto que en su gran mayoría, con la ayuda de ellos no contamos. Encontremos la verdadera independencia, valgámonos por nosotros mismos, apoyémonos unos a otros para sentirnos seguros de lograrlo. Aprendamos a construir el país que queremos siendo independientes e interdependientes, sabiendo ser parte de grupos aportando lo que nos corresponde a cada uno de nosotros, sabiendo ser disciplinados para trabajar dando lo mejor de nosotros mismos y cediendo en algo para que se puedan cumplir los objetivos comunes.
Tiene mucha razón quien dijo que “necesitamos impedir que se sigan reproduciendo, generación tras generación, las condiciones de minusvalía e impotencia en que hasta ahora nos hemos escudado”. Por ello, todas aquellas personas que de una u otra forma pueden influir en el comportamiento de los mexicanos, tienen la gran responsabilidad de fomentar el crecimiento y el aporte de capacidades de los integrantes de sus grupos para lograr el desarrollo de todos. El responsable de la vida de cada quien lo es cada uno de nosotros; ni la suerte, la mala estrella, el destino, la familia, los amigos o el gobierno, son responsables de lo que hagamos o no hagamos.
Los padres de familia, los profesores y las autoridades en general, debemos estimular en los jóvenes la seguridad en sí mismos, la autoestima, el esfuerzo, la autoconfianza y el reconocimiento a sus aportaciones. En lugar de solo inculcarles obediencia y conformismo, debemos promover el aprendizaje crítico y creativo pues no debemos olvidar que hay dos tipos de personas que no llegan a nada: las que solo obedecen, y las que nunca saben obedecer. Los jóvenes deben saber que de vez en cuando, se hace necesario brincarse las trancas para innovar y ser creativos.
Los jefes deben de dejar de considerar a los trabajadores y empleados como meros subordinados, pues son, ante todo, colaboradores que bien orientados, se pueden convertir en la fuente inagotable de mejoras en los procesos y sistemas de trabajo.
Los mexicanos debemos comprometernos con el trabajo y con la educación, pues son la base sólida para el desarrollo. El trabajo es inherente al hombre y es fuente de progreso, al trabajo y a la educación no hay que rehuirles sino buscarlos. Es una pena que a la pregunta ¿Qué no se debería haber inventado? Hecha en un popular programa de televisión, la mayoría de cien mexicanos contestaran: “el trabajo y las escuelas”.
Comarca Lagunera. Marzo, 2005.
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