Por más que la intención de la mayor parte de los mexicanos sea la de permanecer apáticos ante la política, ésta es tema de encabezados periodísticos en diarios y revistas además de ser el tema principal de todos los días en los noticieros de la radio y la televisión. Precisamente, esa apatía por los asuntos de interés público es lo que ha mantenido a nuestro país con un yugo que lo frena evitándole desarrollarse ampliamente en todos los aspectos. Desde este punto de vista, la aportación de los medios masivos de comunicación al cubrir con amplitud el acontecer diario de la política puede lograr el involucrar a todos los mexicanos para que todos asumamos el compromiso que nos corresponde.
Las noticias que se difunden dando a conocer hechos negativos de quienes ejercen el poder público son como las gotas de agua que caen constantemente sobre una roca y finalmente la perforan. Llegará un día, y de cada uno de nosotros depende que ese día sea muy pronto, en que los mexicanos, hartos de las componendas, la corrupción, la inseguridad, las injusticias, el desorden, el oportunismo, la falta de entrega, el derroche, los abusos, el influyentismo, las falsas promesas, la pobreza, el desempleo, la ilegalidad, el contrabando, la irresponsabilidad y todos los demás vicios que se presentan en la política y que todos toleramos, permitimos y hasta fomentamos, nos harten y la insatisfacción con este estado de cosas nos impulse a comprometernos para hacer la parte que nos corresponde a nosotros mismos y a exigir con firmeza que quienes participan en política demuestren con los hechos que lo que los mueve a participar en el poder público es efectivamente el bien común y la superación de nuestra nación.
Nada de malo tiene el que los buenos servidores públicos sean remunerados en proporción a su verdadera entrega, trabajo y sobre todo buenos resultados de sus gestiones, en las empresas privadas hay un dicho que dice que “con buenos resultados, le matas el gallo hasta al jefe, de lo contrario, te vuelves vulnerable”. Si los ciudadanos a través de los hechos estuviéramos convencidos de los buenos resultados del trabajo de los políticos, no nos importaría que se les pagaran buenos sueldos, bonos de marcha y bonos de productividad siempre y cuando se lo redituaran al pueblo con creces a través de un trabajo de excelencia.
Pero si como hasta ahora, salvo honrosas excepciones, los resultados son pocos o nulos, todos los ciudadanos deberíamos exigir a quienes no dan el ancho en la administración pública que dejen el lugar a quien si pueda con el paquete. Lo que no se puede medir, no se puede controlar, por ello, es importante que en las próximas campañas de los candidatos a lo que sea, todos les exijamos buenos resultados y que les digamos como los vamos a medir: El funcionario público es o debe ser responsable no sólo por sus propios resultados en el puesto, sino también por los resultados de sus subalternos. Hemos visto casos en los que, quienes ostentan un alto cargo de elección popular olímpicamente se lava las manos cuando sus colaboradores directos se ven inmiscuidos en actos ilegales y no solo eso, además, hasta los defiende a ultranza. Aquí debería aplicarse lo que algún presidente de la república dijo “puedo equivocarme al ponerlos, pero no al quitarlos”.
En la gran mayoría de los casos, cuando un político se presume implicado en actos de corrupción, fraude, malos manejos, peculado, nepotismo, etc., las autoridades de inmediato prometen aplicar “todo el peso de la ley hasta sus últimas consecuencias” y finalmente todos nos damos cuenta que en estos casos, la ley no pesa y las consecuencias son las ultimas por eso, porque nunca llegan.
Los ofensivos gastos de las precampañas de la precampaña de la campaña ya no sorprenden a nadie y debería ser todo lo contrario: nos deberían irritar al máximo pues a final de cuentas esos gastos alguien los tendrá que pagar y sería ilusión pensar que quienes los gastaron no los van a recuperar de alguna forma. Antes solo se gastaba en las campañas, ahora, se gasta en las precampañas de la precampaña, en las que los miembros del mismo partido se lanzan hasta con la cubeta para ganarle al contrincante que quiere la misma precandidatura. Quienes están haciendo su agosto en junio y julio son quienes rentan los espectaculares, pues están de moda y los preprecandidatos creen que quien aparezca en el mayor número de ellos tendrá asegurado el triunfo de sus aspiraciones. ¿De dónde sale tanto dinero?
Todos los ciudadanos deberíamos de participar en la política, el primer paso es conocer a los candidatos y sus programas y propuestas para poder ejercer un voto razonado pensando en el futuro de México y en el futuro de nuestros hijos y poniendo en práctica lo que dice Gerardo Aranda Orozco, expresidente nacional de Coparmex: “Voto por el candidato de mis preferencias y trabajo con el candidato que gane las elecciones”, debemos demostrar un alto nivel de tolerancia y de compromiso.
Como sucede en todos los proyectos y actividades empresariales para tener éxito, lo más importante de nuestra participación después de ejercer nuestro voto, es el seguimiento, el involucrarnos en todos los asuntos del bien común aportando todo lo que este a nuestro alcance para hacer realidad los proyectos públicos, y exigir a todos los funcionarios de gobierno eficiencia, entrega, calidad y resultados. Exigir también a los miembros de los partidos que no ganaron, objetividad en sus juicios, participación positiva y crítica constructiva pues, por lo general, se dedican a descalificar a quienes ganaron, buscándole siempre tres pies al gato a todas las iniciativas de quienes están en el poder.
Es tiempo ya de que todos, principalmente los políticos, le quitemos a la política esa connotación negativa que tiene, convirtamos a la política en participación, en compromiso, en esfuerzo por México, en trabajo por un mejor país para nuestros hijos y en esperanza y soporte para producir buenos mexicanos. No basta que seamos unos cuantos los que hagamos el intento, ¡¡tenemos que ser todos!!.
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