Por cuestiones de trabajo, ayer tuve que hacer un viaje a Saltillo y de regreso, al estar pagando la cuota de la autopista en la caseta de Plan de Ayala, el cajero me preguntó si podía traer de regreso a Matamoros a uno de sus compañeros. Accedí de inmediato y el cajero le indicó a su compañero que abordara el automóvil. Durante el trayecto tuvimos una amena charla, me comentó que él está encargado de prestar auxilio en las ambulancias de la autopista a los usuarios de la misma. Sus servicios van desde atender a los usuarios que por alguna razón sienten la necesidad de ayuda médica o que por desgracia sufrieron un accidente. De treinta años de edad, baja estatura y algunos kilitos de más, vistiendo con orgullo el uniforme de paramédico, Tomás Carrasco me comentó que él descubrió su vocación cuando su hermana, desesperada le pidió ayuda al ver que el pequeño hijo de ella se ahogaba por broncoaspiración cuando estaba siendo alimentado con leche. En esos breves momentos, Tomás instintivamente tomó al bebe y, colocándolo boca abajo, dio palmadas en la espalda al pequeño logrando con ello que volviera a la normalidad. Comentó Tomás que en esos momentos le hubiera gustado saber con exactitud que hacer para reaccionar en forma adecuada ante ese problema y con ese hecho, él descubrió que su vocación es servir a los demás prestándoles auxilio en casos de emergencia médica. Días después de ese hecho, Tomás se presentó en la Cruz Roja de Matamoros, Coahuila a ofrecerse como voluntario en dicha institución, le dijeron que por su edad, quince años, no lo podían aceptar. Insistiendo, el joven pidió que por lo menos le permitieran tomar el curso básico de primeros auxilios, a lo cual, aceptaron. De esa forma, Tomás inició una larga carrera al servicio de los demás sin recibir ninguna remuneración por ello. Alternando sus estudios de ingeniero en electrónica y trabajando para costeárselos, continuó prestando sus servicios como voluntario de la Cruz Roja, ayudando a salvar vidas. Debido a que por la carga de trabajo debía viajar con demasiada frecuencia sin poder asistir a clases, a pesar de tener buenos ingresos, optó por renunciar a su trabajo. El destino le tenía preparada una oportunidad en la autopista Torreón-Saltillo, desde hace nueve años presta sus servicios de paramédico estando de guardia seis días seguidos las veinticuatro horas con base en la caseta de Plan de Ayala alternando descansos de tres días en su natal Matamoros. Me comentó que nunca ha tenido problemas para que los usuarios de la autopista acepten transportarlo, además, él es muy conocido por los operadores de los autobuses, quienes frecuentemente le ofrecen llevarlo en forma gratuita. Cuando habla de su trabajo, lo hace con mucho orgullo, ha prestado auxilio en muchos accidentes a lo largo de su carrera. ?No puedo decir cual ha sido el peor accidente en el que me ha tocado prestar auxilio, uno nunca se acostumbra a ello, nunca pierdes la capacidad de asombro, nunca te haces insensible, siempre deseas que ello no hubiera ocurrido, quienes causan más pena son los niños, ellos con frecuencia sobreviven probablemente por lo ligero de sus pequeños cuerpos?. ?Auxiliamos a la gente y ya no los volvemos a ver, la mayor parte de las veces por su estado, no nos agradecen la ayuda, sin embargo, lo hacemos con mucho gusto y ponemos nuestro mejor esfuerzo porque da mucha satisfacción ayudar a salvar vidas, se siente uno muy útil a la sociedad?. Tomás ama su trabajo, me comento que dentro de dos semanas, asistirá en Torreón a un curso avanzado de atención a personas accidentadas, su empresa le paga una parte del costo y el , con gusto aporta su parte. Habiendo asistido anteriormente a Torreón, Toluca y Monterrey, aprobó ya los tres cursos básicos para prestar auxilio, durante toda la charla mostró que le gusta mucho lo que hace, comentó que en ocasiones pasan mas de tres mese sin accidentes, y sus compañeros, le dan gracias a Dios de que sus servicios no se requieran. Durante las guardias, Tomás aprovecha el tiempo preparándose, lee mucho, quiere regresar a clases, está considerando la posibilidad de inscribirse en educación abierta para terminar sus estudios de ingeniería en electrónica y continua tomando cursos para ser un mejor paramédico. Al preguntarle por alguna experiencia en donde alguna de las personas hubiera regresado para agradecerle su ayuda, me comentó que en una ocasión le dio los primeros auxilios a cuatro personas accidentadas que viajaban en una camioneta que transportaba dulces, los cuatro resultaron con heridas de gravedad y gracias a la oportuna intervención de Tomás y sus compañeros, los heridos se salvaron recuperándose totalmente. Meses después, una de las personas que sufrieron dicho accidente, al pasar por la caseta de la autopista busco a Tomás y le obsequió dulces de los que transportaba, ?Han sido los dulces más ricos que he comido porque fueron un reconocimiento a mi trabajo, la satisfacción por el trabajo bien hecho y el saber que ayudamos a salvar vidas nos impulsa para entregarnos por completo?.
Da gusto platicar con personas como Tomás, con toda seguridad, debe haber muchas personas más que logran su realización personal desempeñando su trabajo a favor de los demás al ciento por ciento y que no miden su éxito por los ingresos económicos que reciben; éste tipo de personas no necesitan homenajes porque ellos mismos se automotivan, ellos mismos se superan día con día para ser mejores, están contentos con la vida porque hacen lo que les gusta y dignifican su oficio luciendo su uniforme como si fueran generales de cinco estrellas. La familia de Tomás seguramente está muy orgulloso de él. Hay un excelente libro cuyo título es ?Todo el bien que hagas, regresa? en él se demuestra que todo el bien que hacemos desinteresadamente, regresa a nosotros mismos multiplicado; con más de quince años en este noble trabajo, con toda seguridad, Tomás Carrasco ya tiene asegurado su propio bien y el de su familia por muchos, muchos años.
Comarca Lagunera. Julio, 2005.
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