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Contingencia ambiental

Juan de la Borbolla R.

Guadalajara ha sufrido su peor contingencia ambiental a raíz de un gravísimo incendio en el Bosque de la Primavera, el pulmón natural de la segunda ciudad en importancia de México.

Tuxtla Gutiérrez también ha vivido días de alerta por culpa de los incendios forestales sobrevenidos en los otrora riquísimos bosques y selvas de Chiapas.

Estas contingencias ambientales han sido espectaculares, con suspensión de muchas actividades citadinas a raíz de las gruesas humaredas provocadas por los incendios, pero no menos grave, aunque no resulte tan espectacular, es en general la deforestación que se ha venido dando a pasos agigantados en nuestra patria, transformando en variados puntos de nuestra geografía las constantes climáticas de las que gozaron generaciones de mexicanos.

La estupidez humana conjuntada con ineptitudes y corrupciones llevadas a cabo donde otrora existieran preciosos bosques, tiene muchas y muy variadas razones de origen: sobreexplotación de maderas preciosas para el desmedido lucro de algunos agricultores o industriales, transformación de zonas boscosas en áreas de cultivo, pastoreo, o residenciales buscando el rápido retorno de la inversión, incendios forestales perpetrados por la incultura o la falta de hábitos de limpieza o prevención de siniestros por parte de ciudadanos que acuden al bosque de excursión; aunado la mayoría de las veces con la inacción gubernamental.

El conjunto de hechos ha provocado que año con año se pierdan miles de hectáreas de bosques en nuestro país, con invaluables consecuencias, no sólo en lo referente a la pérdida de grandes riquezas forestales, sino también provocando daños incalculables al clima de la región por efecto primero de la pérdida de la atracción natural de lluvias y también por la irremisible pérdida de tierras ricas en nutrientes, las cuales por efecto de la erosión azolvan ríos y lagos produciendo que éstos reduzcan sus espejos de agua, intensificándose la evaporación.

La cuenca del río Lerma-Santiago es una muestra clara del desastre ecológico provocado por la deforestación intensiva desplegada en esa macrorregión.

Independientemente del uso intensivo de agua a todo lo largo de la cuenca e incluso de la absorción de sus fuentes primarias para satisfacer de agua al Distrito Federal, no podemos soslayar el efecto dañino que ha provocado al lago de Chapala o a los lagos ubicados en Michoacán los efectos de la deforestación y la subsecuente erosión.

Desgraciadamente ese mismo problema se empieza a repetir en zonas de Tabasco, Campeche, Veracruz y Chiapas donde se pensaba que siendo la naturaleza tan feraz, se podría abusar de ella a través de los continuos desmontes para todos los fines, con lo que regiones que se supone no tendrían nunca problemas de precipitaciones pluviales y de almacenamiento de agua ya empiezan en determinados momentos a ver escasear el preciado líquido.

Los mexicanos requerimos tomarnos verdaderamente en serio el tema de la reforestación nacional, si no queremos seguir convirtiendo la patria en un desierto. Para ello el esfuerzo común debe ir por supuesto en cuidar nuestros ya menguados bosques y selvas, pero además proseguir el esfuerzo de sembrar muchos nuevos árboles y cuidarlos con esmero.

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