La noche pasada fue la séptima consecutiva de violencia, con numerosos hechos de vandalismo contra comercios y vehículos.
París, (EFE).- Los disturbios callejeros se extienden a lo largo de la periferia de París y con ellos la preocupación general por un fenómeno que hasta ahora no ha podido ser atajado y al que no se ve un final fácil, mientras el Gobierno continúa con iniciativas para resolverlo.
La noche pasada fue la séptima consecutiva de violencia, con numerosos hechos de vandalismo contra comercios y vehículos y agresiones dirigidas contra la Policía y los bomberos, que han tenido que intervenir en numerosas oportunidades.
En todos estos incidentes se ha producido la quema de 177 vehículos y numerosos contenedores, mientras que veintinueve personas han sido detenidas.
La situación se ha agravado porque los incidentes se registran en un mayor número de lugares y porque aumenta su violencia.
La Policía ha señalado que en localidad de La Courneuve un desconocido ha efectuado dos disparos contra agentes antidisturbios, aunque nadie ha resultado alcanzado, mientras que de otros dos tiros de arma de fuego hay pruebas en Noisy-le-Sec y Saint-Denis.
En otros puntos del París septentrional la noche ha sido tensa, como en Aulnay-sous-Bois, donde se ha producido el saqueo de unas dependencias de la Policía habitualmente cerradas durante la madrugada.
En esa localidad el fuego causado por los radicales ha alcanzado a aulas de una escuela de educación primaria y un concesionario de coches, mientras en Blanc-Mesnil ha ardido parcialmente un gimnasio y en Antony los violentos han lanzado dos "cócteles molotov" contra la comisaria, que ha sufrido escasos daños.
Un bombero ha sufrido quemaduras de segundo grado tras ser alcanzado por un artefacto incendiario y los agentes del orden en general han sido hostigados por grupos que practican tácticas de guerrilla urbana, con lanzamiento de objetos, con el resultado de siete heridos entre unos y otros.
En Bobigny, donde está la sede de la Prefectura de todo el departamento que agrupa a esas localidades, los violentos han llevado a cabo un saqueo de algunos negocios de un centro comercial y varios dependientes resultaron heridos leves.
Todos estos sucesos tienen su origen en la muerte accidental de dos adolescentes, electrocutados en un transformador eléctrico de Clichy-sous-Bois, el pasado 27 de octubre, y cuyas familias han presentado hoy una denuncia contra desconocidos por no asistencia a personas en peligro.
Por su parte, la fiscalía de Bobigny, encargada de seguir el caso, ha optado por la misma decisión y ha abierto un expediente contra desconocidos por la misma hipótesis de delito.
Al mismo tiempo, el fiscal Francois Molins ha confirmado que la investigación desarrollada ha permitido constatar que los jóvenes fallecidos no fueron perseguidos por la Policía, en contra del rumor que se extendió por Clichy tras el drama y que está en el origen de los sucesos.
El Gobierno francés ha decidido movilizarse plenamente contra el estallido de violencia, ante el temor a que degenere y se extienda aún más.
El primer ministro, Dominique de Villepin, que ha decidido asumir las iniciativas del Gobierno tanto en materia de orden público como de carácter social, ha convocado para hoy una reunión con los alcaldes de las zonas afectadas y la presencia de varios ministros, como los de Interior, Defensa y Justicia.
Villepin también ha llamado en esta jornada a representantes de asociaciones cívicas que tienen voz en la periferia parisina, para un encuentro con los ministros de Empleo y Cohesión Social y para la Igualdad de Oportunidades.
El titular de Empleo, Jean-Louis Borloo, ha declarado hoy que es necesario "conjugar los aspectos sociales y el mantenimiento del orden público".
Sobre la situación se pronunció hoy también el rector de la gran mezquita de París, Dalil Boubakeur, quien pidió "respeto" para la comunidad musulmana, "porque ella también respeta", así como condiciones de vida dignas que puedan permitir "que los jóvenes encuentren el camino de la serenidad.