Acabo de descubrir que mi nombre es Ma. del Carmen, contrariamente al María del Carmen que mis padres pretendieron adjudicarme poco después de haber nacido. Son de esas cosas que sólo suceden en nuestro querido México. Algún bostezo de la persona tras el teclado en el Registro Civil, y la vida de un individuo queda marcada para siempre, sin vuelta atrás. De este modo conozco el caso de dos hermanas de apellido Pérez, la primera con Z y la segunda con S, por una pausa involuntaria de quien tuvo en aquel momento en sus manos el destino histórico de la segunda? De igual manera podría relatar que hace unos cuantos días acudió la madre de un menor a solicitar una carta que exige Relaciones Exteriores para el trámite del pasaporte mexicano en menores de edad. El pequeño detalle es que el apellido del menor estaba como NEVARES en el acta de nacimiento, debiendo ser NEVÁREZ; la madre en su prístino proceder simplemente le sobrepuso una Z a la S, y tardé un rato en hacerla comprender que si llevaba de esta manera la documentación la rechazarían tajantemente.
Mi impresión general de los requisitos para las mencionadas cartas por parte de Relaciones Exteriores, como sucede característicamente en muchas otras dependencias gubernamentales, es que se aplican de manera impredecible. Posiblemente dependan del estado de ánimo, temperatura corporal, u hora del día cuando los padres acuden, ya sea a solicitarla, o a presentarla. Ha sucedido que lo que un empleado solicita, el otro rechaza, y viceversa, de manera que las cosas cambian de una carta a la siguiente. El primero exige que la firma de quien elabora la carta no cancele la fotografía del menor; el segundo que la firma sí cancele la fotografía, con lo que en el caso propio, siempre he temido que alguno de los giros de mi firma autógrafa termine marcando bigotes al niño (o niña) en cuestión. En cierta ocasión regresaron a la progenitora un par de veces con la misma carta; la previne de que si el siguiente requisito era la cartilla de vacunación de mi perro, le iba a quedar mal, pues no tengo perro?
Habiendo cumplido el medio siglo, debería estar acostumbrada a estas cosas que sólo en México pasan, pero aún hay algo dentro de mí que se rebela a hacerlo. Apelo a la herencia indígena para aprender a ser sumisa ante tanta incongruencia, no obstante dentro de aquel mestizaje hay algo que dispara moléculas dentro de mí de manera que termino en actitud de franca rebeldía. Por ello me niego a responder al nombre recién descubierto de MA.
A estas alturas, habiendo vivido tantos años dentro de un mismo sistema, ya debería haberme acostumbrado a que el sistema funciona de un modo o del absoluto contrario, según sea el caso. Casos aislados de las últimas semanas: Creel, virtual precandidato a la presidencia por parte del PAN, autoriza la apertura de sesenta y cinco casas de juego, y luego se da baños de pureza. O Fox, leal a la causa de los pobres, da su más decidido apoyo a los pobres... banqueros. En tanto los grandes capos de la droga siguen haciendo de las suyas desde los penales de alta seguridad, o las muertas de Juárez se vuelven estandarte que enarbolan organizaciones internacionales, en vista de que las propias no han podido con el paquete.
Los norteamericanos, característicamente pragmáticos, tienen una frase que se aplica con notable tino en este caso. ?The name of the game? es lo que habría que buscar detrás de esas aparatosas disposiciones para llevar a cabo algo, y luego para desandar totalmente el camino andado. Por ejemplo: El Chapo es capturado, exhibido al mundo, y en un zas se escapa. El Chapito ?su hijo- es llevado y traído en dos operativos que ocuparon un total de cien patrullas.... para luego estar en condiciones de libertad bajo fianza. Y ahora pescan al hermano del Chapo. Como que maliciosamente llega uno a pensar cuantos dineros van a moverse en los próximos tiempos a partir de la reciente captura.
Todo esto sucede a costillas de Juan Pueblo Costillas, que ahora sí se ganó el segundo apelativo, cuando su economía familiar se ha constreñido al máximo.
Como México no hay dos, hecho incuestionable: En sus paisajes naturales, en su artesanía, en el carácter de sus forjadores. Y ahora en su capacidad para corromper casi cualquier cosa, en un juego del gato y del ratón que se autoperpetúa, con lo que sugieren ser grandes dividendos para los participantes.