Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

Contraluz / CONTRA VIENTO Y MAREA

Dra. María del Carmen Maqueo Garza

La globalización viene a ser un fenómeno que no se suscribe al ámbito económico mundial. Constituye en realidad un fenómeno que abarca al ser humano en todas sus esferas: Cognoscitiva, social y emocional, entre otras. Vivir en este mundo tiene su precio, ya que en aras de la accesibilidad a los diversos ámbitos del mundo, se sacrifica mucha de la convivencia que en otros tiempos se daba en forma tan natural.

En ratos el ser humano pareciera aprisionado por sus propios avances en el mundo exterior; constreñido, con poca libertad para expresarse libremente. Se vuelve cauteloso, camina a la defensiva , y comienza a ver gigantes cuando se topa con molinos de viento, en su diario andar.

Para quienes hemos vivido varias decenas, es muy clara la diferencia entre el mundo de nuestra infancia y el actual. Yo recuerdo aquellas tardes en la casa de mi abuela materna; instaladas las tres generaciones en el recibidor al cual se llegaba luego de recorrer un amplio zaguán. Nos sentábamos en unos amplios sillones de bejuco de color muy blanco, y la tarde se nos iba sin acaso sentirla. Pronto daban las siete, hora cuando retornábamos al hogar propio para las últimas actividades del día.

Conforme caminábamos el tramo entre una y otra casa, era común visualizar en el exterior de las casas-habitación frente a las cuales pasábamos, a los vecinos platicando animadamente en mecedoras que sacaban a la banqueta. Ésta era la pacífica provincia coahuilense de la cual queda muy poco. Los elementos que brindan confort nos han ido convirtiendo en una especie de topos urbanos que asomamos la cabeza al exterior solamente cuando la tarde ha caído y el sol no resulta tan abrasador. Sin embargo somos topos paradójicos, que pagamos grandes sumas de dinero por hacer un viaje a cualquiera de las playas, para ir a recuperar toda aquella cuenta solar que se nos quedó pendiente por largos meses.

Un fenómeno igual de peculiar que se presenta en la actualidad, es el temor a la comunicación directa de nuestros sentimientos. De alguna manera nos escudamos, y resulta mil veces más sencillo expresar lo que pensamos a un total extraño virtual con el cual nos conectamos desde una computadora. En esta situación las emociones fluyen sin cortapisa y podemos hablar de nuestros temores más profundos, o los sentimientos más íntimos, como si lo hiciésemos frente a nuestra alma gemela. No reparamos en que tal vez sea perfecto desconocido, posiblemente camuflajeado, aquél al que cuando lo imaginamos como el amigo perfecto. Igual pasa al decir a través del teléfono aquello que en persona no nos atreveríamos a manifestar, o nos da por enfundarnos en las historias ajenas que proporciona la televisión, para sentir y llorar frente a la pantalla, lo que no somos capaces de sentir y llorar en la vida real. No es infrecuente escuchar que personas incapaces de conmoverse ante hechos reales, terminan llorando ?a moco tendido? frente a la ficción de la pantalla chica.

El precio a pagar por esta globalización es muy elevado en términos de salud mental y emocional; el estrés cobra su cuota tarde o temprano.

Con respecto a la palabra hay mucho qué decir: Ha sido la expresión humana que posiblemente más ha sufrido. Por una parte se ha vuelto falsa y acomodaticia, la mentira se vuelve algo habitual, desde las pequeñas y blancas, hasta las grandes mentiras de los personajes públicos que protagonizan nuestra historia contemporánea. Además de que la palabra ha abandonado sus dorados ropajes de la época romántica, para vestir andrajos al caer en la habitual coprolalia. Las palabras que en otros tiempos causarían un severo rubor, hoy las escuchamos en labios de los niños de kinder. Además de que el lenguaje pierde encanto y se vuelve monótono, plagado de muletillas que nada aportan a la mente ni al espíritu. Finalmente, otro drástico cambio con la palabra, es el uso ocioso que damos a ella cuando caemos en el chisme, el vituperio y la calumnia.

Queda fuera de toda realidad sustraernos a esta inminente globalización; simplemente no podríamos hacerlo, pues desde los limones que compramos para hacer un agua fresca, hasta los grandes avances tecnológicos capaces de salvar vidas de manera asombrosa, todo tiene que ver con este fenómeno de globalización. El punto fundamental es vivir en ella sin que ésta nos engulla y nos haga desaparecer como seres únicos e irrepetibles, cada cual con una historia propia por escribir, aquí y ahora, contra viento y marea.

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