Aunque es aventurado adivinar el futuro, y difícilmente acertaríamos a imaginar el mundo del mañana; si hablamos de la historia del hombre, yo me atrevería a decir que los últimos cincuenta años han marcado un hito en el desarrollo de la humanidad, tanto en lo que corresponde a ciencia y tecnología, como en lo relativo a conducta y pensamiento.
Hoy amanecí ?retro?, como dirían los jóvenes, refiriéndose a modas de antes de los noventas. Será que se acaba de conmemorar un aniversario más del asesinato de John Lennon; será que se aproxima Navidad, y trabajo por rescatar las memorias de mi infancia; será porque después de los cincuenta la perspectiva personal frente al tiempo cambia.
Los elementos de nuestro mundo, tanto inmediato como mediato, han cambiado enormemente en cincuenta años. Desde hechos tan simples como la conservación de los alimentos, hasta aspectos tan complejos, como la ingeniería genética, los avances de la actualidad hubieran superado toda ciencia ficción de mediados del siglo veinte.
Una serie de artefactos que prácticamente han quedado en desuso, y que una buena parte de los adolescentes de hoy no alcanzaron ni por asomo a conocer: los pañales de tela; los refrigeradores que hacían hielo; los teléfonos de disco; las televisiones con antena de conejo. Otro montón de elementos; las mochilas escolares de cuero; las plumas fuente; los cuadernos Polito; las medias de seda con costura; los tirantes para calcetines; el radio de bulbos, y el de transistores. En cuanto a nuestras monedas; los billetes de uno, cinco y diez pesos: las monedas de cinco, diez, veinte y cincuenta centavos de cobre; los pesos de plata ley. Pero sobre todo, lo que un niño era capaz de comprar con cualesquiera de estas monedas.
Probablemente de las primeras computadoras hayan tenido conocimiento por fotografías o alguna película de archivo; lo simpático era que para saber manejarlas; el interesado tendría que tomar todo un curso de programación, con alto nivel de matemáticas. De otra manera, la pantalla (en blanco y negro) simplemente no se desplegaría.
Nadie hubiera imaginado entonces el concepto de correo electrónico. Las misivas se mandaban por correo postal, con timbres y sellos, y tardarían de tres a siete días en promedio para llegar a su destino. Aún recuerdo la emoción de escuchar el silbato tan característico del cartero, y verlo llegar impecable, montado en su bicicleta, con la bolsa de cuero repleta.
Mandar dinero de una ciudad a otra era toda una odisea que llevaría de uno a tres días en promedio. Lo más elegante era pedir una orden telefónica en el mismo banco, la cual representaba el método más rápido para ubicar el dinero en otro sitio.
Ahora bien, con respecto al pensamiento y a las conductas sociales de aquellos tiempos: se vivían los primeros años después de la Segunda Gran Guerra; el movimiento en favor de los derechos de las mujeres intentaba destaparse en puntos aislados de la Unión Americana. En el continente surge la figura de Fidel Castro como la promesa de derrocar regímenes dictatoriales; la isla de Cuba se sacude el último remanente como colonia norteamericana. En Inglaterra nacen los Beatles con sus primeras canciones, y a partir de ese momento se dispara una corriente de expresión artística vigente hasta nuestros días. Los jóvenes se habían propuesto hacerse escuchar, y así iniciaron los movimientos estudiantiles de finales de los sesentas, en Europa y el Continente Americano, de los que México guarda muy dentro aquel dos de octubre.
El movimiento hippie con su lema de ?haz el amor, y no la guerra?, y sus bizarras conductas comunales de gran promiscuidad sexual y uso de LSD, dieron paso a la vuelta del tiempo a adultos emprendedores, que hoy son jóvenes abuelos muy al estilo americano.
La llegada a nuestro país de las primeras películas con desnudos parciales representó un choque cultural para las buenas conciencias. Aunque ya para entonces, cada Semana Santa no podría faltar en carteleras: Las Pirañas Aman en Cuaresma, en función de medianoche.
Hoy amanecí ?retro? con ganas de contarle a mis hijos historias decembrinas del pasado, que tienen que ver con las festividades de Guadalupe; las posadas; Navidad y Año Nuevo. Con ganas de decirles que de la inmensa gama de elementos que nos ofrece cada época que vamos viviendo, siempre se inclinen por aquéllos que toquen dentro y les hagan mejores personas. Porque a la larga, cuando comienza uno a ser ?retro?, comprende que lo que ha quedado grabado para siempre, fue lo escrito con el corazón.
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