Yo sospecho que de alguna manera, antes de nacer, fui pasada por un lecho de sal, de manera tal que lo que menos se me da es la suerte. Sin embargo sí se vale soñar; nadie puede impedírmelo. Entonces puedo soñar que me saco la lotería ?de la cual no compro ni un cacho, por obvias razones- y que me dedico a viajar. Porque, ¡vaya!, salir del sitio de residencia, encontrar o reencontrar lugares, y convivir, no deja de ser una experiencia enriquecedora.
Hace un par de semanas estuve en el puerto tamaulipeco de Tampico, para asistir al X Congreso Regional de Pediatría. Dentro de las pláticas que tuve la oportunidad de escuchar, hay una que merece difundirse más allá del ámbito de los profesionales de la salud. Se intitula In Ixtli, in Yóllotl, sustentada por el Dr. Guillermo Gutiérrez Calleros, neonatólogo avecindado en el Estado norteamericano de Arizona. El galeno habló fundamentalmente sobre el alarmante incremento de embarazos en adolescentes, sus posibles causas, y las graves consecuencias de todo orden que acarrea. El nombre náhuatl con que intitula su charla, explica el médico, corresponde a una ceremonia familiar de iniciación de la hija que deja de ser niña para convertirse en mujer, al momento de su primer ciclo menstrual. A través de un lenguaje figurado rico, el padre y la madre hacen ver a la jovencita su nueva condición frente a la comunidad, haciendo hincapié en la responsabilidad que adquiere, a partir de ese momento, sobre su propio cuerpo.
Para hablar de embarazo en adolescentes, habría que echar un vistazo a las estadísticas de la Secretaría de Salud, y entender que la cifra se aproxima a niveles alarmantes, llegando a ser menor de veinte años una de cada tres embarazadas mexicanas, y dentro de este grupo, casi la mitad, madres solteras.
El problema puede enfocarse desde diversas perspectivas: Llámese antropológica, social, económica, emocional, familiar, y fundamentalmente de salud. Esa chica que hoy resulta embarazada es el espejo de toda una intrincada problemática que viene tejiéndose en torno a ella. Y más que zambullirnos en explicaciones científicas, como sociedad podríamos hacernos unas cuantas preguntas, cuya respuesta finalmente atañe a todos, y no nada más a la chica:
La futura madre: ¿recibió algún tipo de información acerca de su propia sexualidad antes de su primera menstruación?
Si la respuesta es afirmativa: ¿quién proporcionó dicha información?
¿Fue clara y específica, de manera que ella supiera qué conductas son de riesgo?
Con respecto a la relación sexual que la llevó a embarazarse:
¿Sabía la chica qué acontecimiento puede seguir a cual, mientras un hombre y una mujer están juntos?
¿Conoce los riesgos de las enfermedades sexualmente transmitidas?
¿Entiende el concepto de sexo seguro? ¿Lo practica? ¿Sabe que el portador de VIH SIDA puede lucir tan sano como el que más?
No es infrecuente que la pareja de la chica sea un adulto muchos años mayor que ella, y no pocas veces se trata de un individuo casado. Entonces habría que preguntarnos:
¿Cómo es que la chica y el individuo se conocieron?
De las personas que sabían de esa relación: ¿alguien intentó prevenir a la menor acerca de los riesgos?
¿Por qué hay en ella esa necesidad de involucrarse emocionalmente con un hombre que podría ser su padre?
Con respecto a la familia de la chica:
¿Tenían conocimiento de las personas y los sitios que frecuentaba?
¿Vieron señales de peligro, pero se permitieron concederse el beneficio de la duda?
¿Prefirieron evitar la confrontación con la chica, y la dejaron actuar por su cuenta?
Ahora bien, probablemente lo medular sería preguntarnos las mujeres lo siguiente:
La liberación sexual: ¿me vuelve persona y me lleva a crecer, o me convierte en simple objeto y me degrada?
Jugar al erotismo; exaltar el placer por el placer, poner al hedonismo por encima de todo lo demás: ¿es mi placebo, o es mi meta?
Traer un hijo a este mundo: ¿es capricho, accidente, o un acto meditado?
?In Ixtli, in Yóllotl?: hermosa poesía que acerca a los padres y a la hija, en un momento crucial de su existencia. Cuando se estrena como mujer, frente a un mundo que igual puede ser su puerto, o su despeñadero. Amor de los padres hacia la hija, que invita a que ella se ame, se respete, y se dé a respetar frente a los demás. Sabiduría milenaria que necesitamos rescatar para el bien de nuestros hijos, lo más amado que tiene nuestro corazón.
