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Contraluz / NADA ES CASUALIDAD

Dra. Ma. del Carmen Maqueo Garza

Por primera vez en mucho tiempo no pude estar más de acuerdo con las palabras del primer mandatario, quien alejado por un momento del bullicio ensordecedor de Foxilandia ha reconocido, dicho por él mismo, que es difícil gobernar un país.

Viene lo anterior a escasas horas de un nuevo y grave atentado en Nuevo Laredo, que vuelve a exhibir negativamente nuestra frontera norte en el concierto internacional. El operativo México Seguro redobla sus esfuerzos, aumentan el número de efectivos en aquella frontera, en lo que en ratos da la impresión de tener por objetivo acallar voces más que resolver problemas. O dicho en lenguaje coloquial, se busca taparle el ojo al macho.

Hace unas cuantas semanas venía, en compañía de mi familia de regreso de una vacación familiar. Frente a la garita en los límites de Allende, nos topamos con el habitual retén militar, y pude corroborar una vez más que los criterios aleatorios que utilizan para revisar no tienen mucho qué ver con el sentido común. Aunque veníamos agotados de una jornada matutina transitando por la carretera 57, de Torreón a esta frontera, con un calor cercano a los 40 grados, dudo que mis hijos adolescentes y yo nos hubiéramos adquirido el aspecto de narcos, terroristas o algo similar. Pero de cierta manera así le pareció al soldado en turno, según deduzco del interrogatorio capcioso y la revisión exhaustiva que llevó a cabo.

En los tiempos cuando me tocó más por azar que por convicción, andar ocupando puestos ejecutivos, tomé algún curso de Excelencia, tópico entonces de reciente estreno en nuestro país. Recuerdo vagamente el decálogo de la Excelencia, pero de una sentencia sí guardo precisa memoria: Ser excelente es hacer las cosas, no justificar no haberlas hecho. Lo digo por aquello de las revisiones al ingresar a la franja fronteriza, y lo que día con día viene pasando dentro de ella.

Nada ganaríamos con ponernos a lamentar nuestra maldita suerte histórica, o querer adjudicar todas las responsabilidades a las autoridades que nos gobiernan. Como sociedad a todos nos toca parte del porqué de lo que sucede, y habría que hacer como hizo Fox, mirarnos al espejo y reconocer nuestras limitaciones, y nuestras implicaciones en este asunto de la inseguridad pública que nos come las entrañas.

Cualquiera se preguntaría: Bueno, y yo qué pitos toco en este asunto de los capos de la droga, el tráfico de armamentos de uso en teoría reservado, o la corrupción de grupos que supuestamente se crearon para defendernos y no están dando el ancho. Sin embargo, hay cosas que sí nos corresponde hacer, o dejar de hacer, y no estamos cumpliendo.

La droga se ha vuelto la mercancía más rentable a nivel de la frontera norte. La demanda en el vecino país es grande, y así es la oferta. Los riesgos son muchos, y así se fijan los precios. Los involucrados se juegan la vida a cada paso, y no dudan en disfrutarla a profundidad, mientras la tienen en su cuerpo.

Posiblemente seguimos sin ver la relación de aquéllos con nosotros, pequeños ciudadanos que vivimos al día, del producto de nuestro trabajo, estirando el salario semanal. En un momento dado hay entre nosotros mismos, a quien tienta el dinero fácil, y se involucra en actividades relacionadas con la droga. Otros más, posiblemente no se arriesguen a tanto, pero sí de alguna manera rinden culto a estos falsos dioses, y logran transmitir a quienes les rodean tales seudovalores.

Como un juego diagnóstico hagamos algo muy simple. Preguntemos a tres adolescentes qué es lo que más desean en la vida: cómo piensan lograrlo, y cuál es el personaje público que más admiran, y por qué. Podemos resultar más que sorprendidos con sus respuestas?

Honestamente frente al espejo, reconozcamos que de alguna manera, nuestra sociedad se contamina, y entre todos montamos el juego que finalmente termina en el crecimiento de las redes del narco, por comisión algunos, por omisión los otros, pero todos los ciudadanos participamos. Colateralmente va el silencio de algunas autoridades, unas veces comprado, otras tantas ahogado, por simple miedo.

Acabamos de conmemorar un aniversario más de la tragedia de Hiroshima, y en verdad que nada es casualidad. Va siendo momento de mirarnos en el reflejo de la historia mundial, para empezar a comprender que lo que entonces fue muerte por fervor patrio, ahora está resultando ser muerte por falta de estima a la vida.

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