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Contraluz / PROPÓSITOS Y MORAL

Dra. Ma. del Carmen Maqueo Garza

Hay en este mundo realidades que nos impactan en grado sumo; nos cubren como una segunda piel difícil de arrancar. Esto me ha sucedido con los alcances que tiene la comunicación en un mundo sin límites para difundir en un milisegundo, a lo largo y ancho del planeta, lo que acaba de suceder en un sitio determinado. De manera tal que la secrecía de otros tiempos ha cedido su lugar a la difusión masiva de los eventos; a la opinión pública a gran escala, en un abrir y cerrar de ojos. En ratos me pregunto cuáles son los propósitos últimos de esta difusión masiva, frente a la moral de las sociedades.

La palabra, moral ha tenido una evolución a lo largo de los últimos cien años. Desde su connotación más purista, hasta lo que entendemos actualmente, la consecución del bien común.

Las últimas dos semanas han tenido su particular noticia: Manifestaciones de violencia en contra de ciudadanos inocentes, primero en la Gran Bretaña, y ahora en Egipto. Han pagado el precio de diferencias sociales mujeres, niños, ancianos o turistas; personas que nada tenían que ver con las variantes entre ideologías distintas. Precisamente se buscan estos blancos para volver más cruenta la agresión, denotando en ello la carga de venganza que mueve a ejecutar este tipo de atentados.

En el plano nacional no nos quedamos cortos. Nuevo Laredo viene convirtiéndose en este 2005 en uno de los puntos álgidos en donde los capos de la droga imponen su dominio, y ponen fin a cualquier figura de autoridad que intente estorbar su camino. Grupos paramilitares, dotados de armamento de grueso calibre, lanzan cortinas de humo que confunden, atemorizan y repliegan a las fuerzas del orden, y el caos social es el resultado final de estos actos

La espiral de violencia es innegable; los medios de comunicación encuentran suficiente material para armar la noticia de último momento, en un mundo que se encuentra apabullado, de suerte que parece necesitar de dosis progresivamente mayores de adrenalina, para reaccionar. Un simple repaso a los canales de televisión de cualquier sistema de cable pone en evidencia que se vienen inyectando crecientes cantidades de sexo, violencia y actitudes aberrantes a la pantalla, para lograr atrapar la atención del público. Un buen ejemplo son los programas que hablan sobre los excesos de las celebridades, que pueden tener algo así como dos mil camisas de seda; una treintena de automóviles de súper-lujo, o un ejército de cuarenta sirvientes. De alguna manera el mensaje subliminal es uno solo: ?tener para ser?, cuestión que viene a reforzarse con muchas de las notas informativas, a través de las cuales se ensalzan aspectos del comportamiento humano muy alejados de la moral, que derivan en mayores posesiones, y un supuesto reconocimiento público. De alguna manera, entonces, se vuelve tentador acceder a mundos como el del narcotráfico, mismo que se presenta como uno en el cual se dan los medios para alcanzar todo aquello que se desee.

Habría que analizar, desde esta óptica, si la difusión de noticias es para informar, para alarmar y mantener niveles de adrenalina altos, o para incitar a copiar comportamientos antisociales. Habría que definir si se está actuando con responsabilidad frente al público, o si hay cierto grado de complicidad, al emular subrepticiamente aquello que se difunde como noticia, cubierta con falsos velos.

Un mundo dominado por imágenes, por sonidos, por palabras que igual construyen que demuelen... Confieren a la raza humana una particular percepción del mundo en que vivimos. Y si a ello aunamos el hecho de que nuestros jóvenes no han desarrollado el hábito de leer, las cosas se complican. Es imposible comprender el mundo actual partiendo solamente de los hechos del momento, sin establecer las causas que los originan, o los alcances que pueden tener. Pretendemos que se viva la historia contemporánea como una isla más allá de cuyos límites nada es válido; gran error dentro del contexto general de la historia, que nos lleva a falsas apreciaciones.

Los antecedentes que explican por qué sucede lo que sucede en determinada porción del mundo, nos permiten visualizar los hechos en su debida dimensión, entenderlos, y emprender iniciativas para su posible solución. De otra manera vamos de sobresalto en sobresalto, con una percepción derrotista del que nada tiene que hacer más que lamentarse de su negra suerte.

El hombre frente al contexto noticioso del mundo: Propósitos que le mueven frente al ideal del bien común, punto digno de analizarse a profundidad.

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