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Contraluz / ROMPER CÍRCULOS

Dra. Ma. del Carmen Maqueo Garza

Intentar sustraernos del entorno sería una utopía; vivimos dentro de un contexto socioeconómico y cultural del cual difícilmente podemos zafarnos. En lo particular nunca me ha apasionado escribir sobre política; entiendo lo necesario que es abordar cualquier tópico, pero la política es un asunto que simplemente no coquetea conmigo como hacen otros temas, pero cuando roza, quema.

Son tiempos políticos para la nación, y de alguna manera se juega nuestro futuro como sociedad. En el curso de los siguientes dieciocho meses habrán de definirse los rumbos del país, comenzando por muchas cabeceras municipales, hasta la ?grande? por el ejecutivo federal. Imposible resulta, entonces, mantenernos ajenos a los intereses que se mueven en torno nuestro. Con mayor razón en estos tiempos, cuando nuestro país viene percibiéndose en el mundo como un sitio cada vez más inseguro. Hoy precisamente nos topamos con la noticia de que acaba de cerrar sus puertas temporalmente el consulado de los Estados Unidos en Nuevo Laredo, ante la creciente ola violenta que azota a aquella frontera tamaulipeca.

Inician las campañas entre las grandes masas populares, todo arranca en la mañana luego de un desayuno de trabajo, terminado el cual los virtuales candidatos, en mangas de camisa, sudan copiosamente mientras prometen tierras de leche y miel. Cada frase es seguida por un alud de aplausos que casi le ponen a levitar. Vienen por la tarde las reuniones entre elites diversas, llámense grupos selectos de damas, empresarios o piezas clave en los grandes corredores industriales. Para venir a cerrar la jornada en torno al grupo de ?cuates? en un ambiente más relajado mientras cae la noche. Dineros van, dineros vienen, intereses que se inyectan a las campañas de los candidatos como la fe puesta en los tiempos de cosecha. La historia se repite como ha venido sucediendo tantas otras veces; el candidato que se apoya quiere ser presentado por quienes lo promueven como el mismo Tonatiuh, el dios más preciado, bajado del sol para recomponer las grandes fracturas del pasado.

Se manejan los conceptos de que ahora sí va a cambiar la cosa, porque Tonatiuh sí tiene lo necesario para hacerlo; quedan atrás los tiempos del desatino, y hoy vemos abrirse las puertas de la gloria para todos. Se acabaron los pobres; ya no más mentiras; la corrupción y los compadrazgos son cosas del pasado, etcétera, etcétera. Frases que acogen con singular beneplácito todos aquéllos que en el fondo están pugnando por llevar agua a su molino al seguir al candidato como su misma sombra.

Un seguidor critica al otro que apoyaba al precandidato que no quedó, y ahora sigue al elegido. Claro, éste que critica alguna vez hizo lo mismo, pero son hechos que el tiempo ha puesto bondadoso en la desmemoria?

Es un juego que se juega como la lotería, cada determinado tiempo. Se paga un precio por las tablas, y comienzan a moverse las fichas tratando de completar el juego antes que los demás, y asegurarse un premio. Se escucha con atención la voz cantante, claro, sin dejar de emular cada sonido emitido de aquella caja sonora justo en el momento cuando va diciendo: ?La mano, el gallo, el sol, el paraguas??. Palabras que por haber emanado de boca del elegido, cortan el aire con la precisión del bisturí en manos de hábil cirujano.

Los dispendios que se generan en estas promociones duelen en lo más hondo; duele ver que los dichos son unos y las realidades otras, y que la inseguridad y la pérdida del poder adquisitivo son cada vez más graves. Y que en tanto el gobierno se encuentre en manos de políticos, dejando de lado la visión de los científicos, los círculos de poder no van a abrirse para ir a tocar las necesidades de los más desprotegidos, de los que no logran alzar su voz para ser escuchados en las grandes tribunas de los elegidos.

Democracia, democracia como una realidad palpable; la voluntad de los pueblos expresada en derechos para todos, en oportunidades iguales para unos y otros. Hechos que rompan aquellos círculos para expandirse como una onda sanadora. Humanismo como el motor de las acciones, como aquél que movió a los grandes mártires de la democracia. Un México que sigue siendo el sueño de hombres y mujeres que se parten el alma en el campo; en la construcción; en la línea de producción, para dar a sus hijos lo que merecen.

Romper círculos de poder: Sueño prendido en los versos del poeta; canción de cuna con que cada noche mece la madre al hombre de mañana.

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