Lima, (EFE).- Un buen número de mujeres peruanas de entre 20 y 35 años cae en manos de las mafias, que las trasladan mediante engaños a otros países latinoamericanos, Estados Unidos, Europa y Japón como esclavas sexuales, según un informe.
La denuncia está contenida en un informe de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), elaborado junto a la Organización No Gubernamental El Pozo, divulgado en Lima y el primero de género que se realiza en Perú.
Las jóvenes son llevadas a Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Estados Unidos, Francia, Holanda, Italia o Japón con "engaños y promesas de un futuro diferente", señala el informe.
El documento considera "difícil" investigar la realidad del tráfico sexual en el país andino debido a que existen pocas denuncias, ya que las víctimas están amenazadas y se niegan a hablar ante las autoridades.
La organización internacional resalta en su estudio que la mujer es una "víctima involuntaria" y que sufre vejámenes sexuales en condiciones que le afectan la salud física y mental.
Insiste en que la mujer víctima del tráfico sexual puede adquirir enfermedades venéreas, sida o tener embarazos no deseados.
En concreto, a las peruanas llevadas por las redes de la prostitución hasta Japón se les obliga a tomar drogas, así como a someterse a rigurosas dietas e intervenciones de cirugía plástica para adaptarse a los gustos orientales.
Ante la ausencia de denuncias en el país sobre trata de mujeres, calificada en el informe como "la esclavitud del siglo XXI", no existe legislación que juzgue este delito, lo que convierte el problema en "invisible" ante la sociedad.
El informe, titulado: "Trata de Mujeres para fines sexuales comerciales en Perú", explica que la captación de las víctimas se realiza a través de agencias de empleo, avisos en periódicos o internet y personas (de ambos sexos) que prometen a las víctimas un futuro más prometedor fuera del país.
Una vez localizadas por los traficantes, éstas son despojadas de su documentación, encerradas y obligadas a prostituirse mediante golpes o maltratos, como dejarlas sin comer por varios días.
La mujer que cae en una de estas redes termina "rindiéndose a su destino", lo que les convierte en mayores víctimas si cabe por ser consideradas prostitutas que no tienen derecho a denunciar su caso; lo cual, según la OIM, "no la exime de su condición de víctima ni evade la responsabilidad del tratante".
Esta organización denunció también que en los puertos peruanos del Callao y Paita actúan mafias coreanas y japonesas, esta última conocida como "yakuza", que, vinculadas con organizaciones criminales peruanas, trasladan a las mujeres en barcos.
Estas jóvenes son, en muchos casos, menores de edad y también víctimas de secuestros, alerta el informe.
Asimismo alerta de que este problema no figura en la agenda del Gobierno, por lo tanto no se realizan operativos policiales en las fronteras de Perú que detecten y acaben con las mafias que operan en el país andino.
La OIM indica, además, que en los últimos años mujeres bolivianas de escasos recursos ingresan a Perú procedentes de Casani y Desaguadero -zonas de frontera común-, desde donde son llevadas al departamento selvático de Pucallpa para ejercer la prostitución.
En cuanto a la trata sexual de mujeres en Perú el problema se agrava en ciudades con un elevado flujo comercial y turístico, como Cuzco, el principal destino turístico del país andino, e Iquitos, también muy visitada por los viajeros y ubicada en el corazón de la Amazonía.
