EL PAÍS
LA PAZ, BOLIVIA.- En el ?país de los ultimátums? y la ingobernabilidad reina ahora la incertidumbre, después de la entrega de la carta de renuncia del presidente de Bolivia, Carlos Mesa, al Congreso.
La plaza de armas de La Paz y de varias otras ciudades, volvieron ayer, como el día anterior a la medianoche, a llenarse de gente con pañuelos blancos y la enseña patria para pedir al dimitente Mesa, que no abandone el cargo.
En El Alto, a 14 kilómetros del centro de La Paz, se registró una primera escaramuza entre los defensores del presidente y los bloqueadores de las Juntas Vecinales que insisten en la inmediata salida del consorcio francés que administra los servicios de agua potable.
Mesa sorprendió a sus compatriotas con su renuncia, anunciada en un mensaje a la Nación a última hora de la noche del domingo, después de ofrecer un dramático cuadro de la realidad del país y señalar, por nombre, a los presuntos causantes del malestar en que se debate Bolivia, el país más pobre de la región con casi nueve millones de habitantes.
?Este es el país de los ultimátums, el país de las personas que se enrollan con dinamita para exigirnos que hagamos cualquier cosa que se les ocurra, buena, mala o regular?, dijo Mesa en su discurso para reiterar la ingobernabilidad del país.
Asolado por bloqueos en 17 puntos de su geografía que ha paralizado el tránsito de vehículos, por una amplia gama de exigencias; una huelga indefinida en la ciudad dormitorio de El Alto, Mesa reconoció que no ha podido levantar los bloqueos por el diálogo y no recurrirá a la fuerza para hacerlo. ?No estoy dispuesto a matar y no voy a poner a las Fuerzas Armadas ni a la Policía a desbloquear?, dijo y aseguró que no echará a patadas a Aguas del Illimani, como pretende Abel Mamani -líder de la Federación de Juntas Vecinales de El Alto- ni avalará leyes que coloquen al país como interdicto ante la comunidad internacional, en alusión a la aprobación de una Ley de hidrocarburos calificada de inviable.
La ciudadanía se ha volcado espontáneamente a las calles para apoyar a Mesa, que se ha constituido en el gobernante con mayor apoyo ciudadano (60 por ciento en la última encuesta) en la historia del país, y a lanzar estribillos contra los bloqueadores.
La Federación de Juntas Vecinales de El Alto ?que concentra la población más pobre del país- anunció un ?cabildo?, una asamblea de la población, para definir las acciones de las próximas horas y días y determinar si mantendrán la huelga indefinida que se ha convertido en un verdadero cerco a La Paz, geográficamente ubicada a los pies de El Alto, punto obligado para la conexión con el resto del país.
Rompe radicalidad el diálogo
La política de diálogo y no de represión que ha querido ejercer el presidente Carlos Mesa terminó bloqueada por las exigencias radicales, que paralizaron al país con graves daños económicos. El propio Mesa dijo que en los 17 meses atendió 820 conflictos en los que se plantearon 12 mil diferentes demandas, de las que un tercio, cuatro mil 250, fueron resueltas.
Pero, con la misma fuerza volvían las huelgas, paros, bloqueos, amenazas a ?un promedio de dos conflictos por día, es una locura?. En esta oportunidad, además de los cierres de carreteras en 17 puntos de Bolivia, afrontaba la ocupación del aeropuerto internacional de El Alto, el cierre de válvulas de agua potable para La Paz y la ocupación de pozos petroleros en los distritos productores.
A pesar de las intensas negociaciones realizadas, éstas acabaron en el fracaso por la intransigencia de los grupos que llevaban adelante las protestas que iban desde la exigencia de la salida de la empresa de aguas hasta diferencias limítrofes entre dos pueblitos, pasando por la exigencia de que la empresa petrolera boliviana tenga su sede en la localidad de Camiri, en el extremo sur.
