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LIMA, PERÚ.- La indígena peruana Simona Fernández nunca olvidará el día en que huyó de su natal Ayacucho para evitar ser asesinada por su esposo y engrosar así las estadísticas que hablan de 297 ?feminicidios? entre febrero de 2003 y marzo de 2004.
?Extraño mi chacra (su parcela), mis animales, pero es mejor huir antes que fuera acuchillada por mi esposo (Octavio Lucero del Solar). A causa de sus celos siempre me amenazó con degollarme?, dijo la campesina peruana.
Simona abandonó, a principios de mayo pasado, las gélidas y altas tierras de la puna en Ayacucho donde no sólo su marido la acosaba, sino que también existía la posibilidad de ser enrolada (reclutada) por miembros del grupo maoísta Sendero Luminoso.
La pequeña mujer de 24 años dice, en tono de nostalgia y con un dejo de tristeza, agradecerle a Dios ?por haber salido a tiempo porque en una de las borracheras mi marido me hubiera asesinado?.
Aún le da miedo la ciudad de Lima y le preocupa el futuro de su hijo Fermín, de tres años de edad, pero dice que aunque sea lavando platos o ropa ?saldré adelante? en la capital peruana.
Fernández huyó de los maltratos de su esposo, un alcohólico que la golpeaba, y se vino a Lima sin nada, sólo con el deseo de sobrevivir.
Ella escapó de formar parte del listado negro del ?feminicidio?, un crimen que afecta la vida de muchas mujeres de empobrecidas zonas del Perú.
Centro de la Mujer Peruana ?Flora Tristán? reveló en un estudio que el ?feminicidio? es una categoría que debe abordarse como una modalidad de violencia directa hacia las mujeres.
?El feminicidio es el genocidio contra mujeres y sucede cuando las condiciones permiten atentados contra la integridad, la salud, las libertades y la vida de las mujeres?, indicó.
Aclaró que no todos los crímenes son concertados o realizados por asesinos en serie ya que los hay individuales, cometidos por parejas, parientes, novios, esposos, acompañantes, familiares, visitas, colegas y compañeros de trabajo.
También son perpetrados por desconocidos y anónimos y por grupos mafiosos de delincuentes ligados a modos de vida violentos y criminales que, sin embargo, tienen en común que las mujeres son prescindibles, maltratables y desechables, reza el estudio.
