Deja el fenómeno graves daños materiales, cuatro muertos y 16 desaparecidos.
EFE
Tokio, Japón.- El tifón Nabi, que azotó ayer el suroeste de Japón, dejó una destructora estela de vientos huracanados, lluvias torrenciales y corrimientos de tierra, con al menos cuatro muertos, 16 desaparecidos y medio centenar de heridos.
El Nabi, el decimocuarto tifón que recorre el poniente del océano Pacífico esta temporada, ha provocado el caos en amplias zonas del suroeste de Japón, especialmente en las islas de Kyushu y Shikoku, y en el extremo occidental de Honshu, la mayor ínsula del archipiélago nipón.
Con vientos huracanados de casi 130 kilómetros por hora en su centro, el Nabi ha obligado a la evacuación de cerca de 140 mil personas en esa isla de Kyushu, la zona más expuesta a su fuerza.
Si bien este tifón ha sido más débil que el huracán Katrina, que devastó amplias regiones del Golfo de México en el sur de Estados Unidos, el radio de acción del Nabi ha sido de 300 kilómetros, frente a los 220 del Katrina en su pico de acción.
Precisamente el recuerdo presente del Katrina y su destrucción ha motivado las evacuaciones masivas en Kyushu, a pesar que cada año este tipo de tifones se repiten por estas fechas y hasta principios de octubre en Japón.
La existencia de un frente de borrascas en el Japón central impidió que el poderoso Nabi tomara rumbo nordeste y amenazara las populosas áreas de Osaka y Tokio, y a última hora de la tarde el temeroso fenómeno meteorológico se dirigía a 30 kilómetros por hora hacia el sur del mar de China.
No obstante, en las largas horas que el Nabi ha estado sobre el suroeste de Japón ha tenido tiempo de colapsar el tráfico terrestre, aéreo y marítimo, dejar 275 mil hogares sin electricidad, anegar varias localidades y trazar una estela de muertos, desaparecidos y heridos que obligó al Gobierno nipón a crear un gabinete de crisis para afrontar la grave situación.
Además de los cuatro muertos ya confirmados, al menos 16 personas permanecen desaparecidas y se teme que hayan podido ser víctimas de las inundaciones y de las avalanchas de barro y tierra provocadas por las intensas lluvias.
Así, en Miyazaki, una de las principales provincias de Kyushu, varias casas fueron aplastadas por aludes de rocas y lodo y se desconoce el destino de cuatro de sus habitantes.
Más de 860 vuelos fueron cancelados en la parte meridional de Japón, entre ellos los que enlazan las dos principales ciudades del país, Tokio y Osaka, con localidades sureñas y suroccidentales.
También una treintena de vuelos internacionales tuvieron que ser suspendidos al atravesar sus rutas el arco de desatada energía del tifón.
Igualmente quedaron cortados los servicios de tren bala con destino a la zona afectada y todos los de ferrocarril convencional en Kyushu y Shikoku.
En estas dos grandes islas del archipiélago nipón, las lluvias han pasado de los 600 milímetros en las últimas horas, con 500 milímetros en la región de Kinki, cerca de Osaka.
El Nabi ha provocado, asimismo, la suspensión de la producción en plantas de automóviles, maquinarias de precisión y otras manufacturas.
En los puertos de Nagasaki y Shimonoseki, extremo suroeste del país, los astilleros de Mitsubishi Industrias Pesadas suspendieron sus actividades, al igual que los de Ishikawajima-Harima Industrias Pesadas en Kure, en la región de Hiroshima.
En las próximas horas se espera que los coletazos del Nabi dejen caer hasta 500 milímetros de lluvia en algunas zonas del norte de Shikoku y de 400 milímetros en la región de Kinki, en la que se encuentra Osaka, la segunda ciudad del país.
En Corea del Sur también se dejó sentir la inusitada fuerza del tifón, con al menos un desaparecido en la zona costera de Ulsan, en el este del país, al ser arrastrado por un torrente de agua.
En Pusan, también en el levante surcoreano, más de un centenar de centros educativos tuvo que cerrar sus puertas y se dio la alerta para la eventual evacuación de numerosas localidades del litoral oriental de ese país.
