Creedence provoca el desbordamiento de emociones en los laguneros que asisten en cu concierto
El Siglo de Torreón
GÓMEZ PALACIO, DGO.- Motociclistas por aquí, rockeros por allá, jóvenes, adultos, vestidos de negro, con cerveza en mano... bien lo dijo uno de los asistentes: ?este concierto es para puros cuates?.
Y sí, la mayor parte de las gradas y de las sillas que fueron colocadas en el antiguo Estadio Rosa Laguna, estuvieron ocupadas por centenares de hombres que dejaron las posturas a un lado y se dejaron llevar por la música de Los Creedence.
En el momento en que los músicos aparecieron en el foro (que en nada se pareció a los enormes y novedosos escenarios que Chayanne, Juanes y Bosé presentaron en sus respectivos conciertos), la gente se olvidó de las largas filas que tuvo que hacer para entrar, de los empujones que pasaron en la entrada y que el show estaba empezando con una hora y media de retraso.
Pero la impaciencia de los laguneros terminó cuando el sonido exótico del bayou comenzó a las 10:36 a impregnar cada espacio del recinto deportivo. El público se dejó arrastrar desde el primer instante por un cúmulo de emociones desbordadas, que parecían no tener fin.
El recorrido por una nostalgia llena de vitalidad y fuerza arrancó cuando la banda dejó que de sus instrumentos saliera Born on the Bayou; una fuerte canción de protesta contra la discriminación racial del sur.
?Buenas noches Torreón?, dijo Stu Cook con un español ?mocho?; luego, comenzó a hablar rápidamente en inglés hasta que una de las personas que se encontraban en las primeras filas le gritó ?¡en español! (estás en) México City, Gómez Palacio, gu...?
La agrupación, integrada por los dos únicos sobrevivientes de la original, el baterista Douglas "Cosmo" Clifford y el bajista Stuart Cook, además del ex The Cars, el guitarrista Elliot Easton, el vocalista John Tristao y el tecladista Stephen Gunner, ofreció una velada de una hora y cuarenta minutos donde la juventud y la madurez se conjuntaron para gritar, saltar, corear y bailar cada uno de los temas.
El estadio no lució lleno a su capacidad total, pero la euforia de aproximadamente cuatro mil fans (cifra dada por los organizadores), que lo mismo disfrutaban Green River, que las clásicas Lodi, Commotion, Who?ll Stop the Rain y Suzie Q, daba la impresión de que había diez mil almas que hacían vibrar el lugar.
El resto del repertorio estuvo compuesto por Long As I Can See the Light, Down on the Corner, Lookin? Out my Back Door, Mightnight Special, Bad Moon Rising, Proud Mary, Fortunate Son, Have You Ever Seen the Rain, Travelin? Band, Run Throught the Jungle y Up Around the Bend.
La ?fiesta de los recuerdos? terminó en punto de las 12:10 de la noche. Al salir del estadio todo volvió a la normalidad, incluyendo el tiempo, que durante el concierto se había instalado en la década de los años 70 pero que al terminar regresó al Siglo XXI.
Sin alborotos
En el Aeropuerto no hubo decenas de fans para recibirlos ni mariachis que les dieran la bienvenida con su música. A su llegada a esta ciudad, Los Creedence se encontraron con una terminal aérea semi vacía, con un clima abrasador y con un joven que, con foto de ellos en mano, no perdió oportunidad de pedirle un autógrafo a Doug Clifford, el baterista de la banda.
La legendaria agrupación conformada actualmente por John Tristao, Elliot Easton, Steve Gunner, Stu Cook y Doug ?Cosmo? Clifford (estos últimos, los únicos elementos originales), llegaron a La Laguna la tarde de ayer en el vuelo 711, proveniente de Ciudad Juárez.
Los intérpretes de Proud Mary aparecieron en la sala de arribo a las 18:20 horas. Con sus habituales gafas oscuras, vestido con camiseta y bermuda negra, Doug Clifford dijo brevemente para El Siglo de Torreón que iban a hacer del concierto una verdadera fiesta plagada de rock and roll, y que esperan seguir en los escenarios por mucho tiempo más.
Al ser cuestionado sobre la relación que mantiene con John Fogerty -quien fuera el vocalista del grupo en sus inicios-, el ahora canoso baterista se limitó a decir que es un buen chico, buen músico y buen cantante.
Antes de abordar la camioneta que lo llevaría a su hotel, Clifford agregó de muy buen humor que están preparando un nuevo material, aunque prefirió reservarse los detalles ?porque es un secreto?.
Aún hay más
Al igual que en los otros conciertos, en el de Los Creedence también hubo cosas que vale la pena comentar.
-Lo malo: el retraso. Aunque estaba anunciado que el concierto iniciaría a las 9:00 de la noche, no fue sino hasta las 10:36 cuando el grupo comenzó a tocar.
-Lo peor: la mala organización que reinó. Solamente abrieron una puerta para que entrara la gente (de todas las localidades), motivo por el cual el acceso fue lento. Además hubo personas que comenzaron a meterse a la fila provocando empujones.
-Los ?ganones?: como se ha hecho costumbre, las personas que viven a los alrededores del estadio fueron los que tuvieron el mejor lugar, pues presenciaron todo el show desde las azoteas de sus casas.
-Los souvenirs: tanto al interior como fuera del recinto, hubo puestos donde la gente lo mismo podía encontrar playeras, gorras, tazas o llaveros de Los Creedence. Las playeras fueron las más solicitadas y también las más costosas, pues tenían un precio de 170 pesos.
-Los invitados: alrededor de cien motociclistas pertenecientes al club Buitres del Desierto le pusieron colorido al evento, ya que prestaron sus motos para hacer una valla en ambos costados del escenario. Además, desde las seis de la tarde, varios de ellos hicieron algunas suertes en el estacionamiento del estadio como ?cristos? y ?caballos?.
-Los ausentes: pese a que se había anunciado que el grupo local Sangre de Venus tocaría en el estacionamiento del estadio, a final de cuentas no sucedió.
-Los madrugadores: algunas personas llegaron al estadio desde las 12:00 del día para ser los primeros de la fila.
FUENTE: Investigación de El Siglo de Torreón