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Creel destapado/Plaza Pública

Miguel Ángel Granados Chapa

El presidente Fox destapó anteayer en Tlaxcala a su secretario de Gobernación. No lo hizo según el sentido que en el pasado adquirió el destapamiento, como revelación del ungido. En realidad lo descobijó, levantó el manto tras el que Santiago Creel procuraba ocultarse. Sin mencionarlo por su nombre, pero inequívocamente lo describió como alguien que niega ser candidato pero hace campaña todo el día. Lo grave es que, simultáneamente, a la misma hora en la Cámara de Diputados Creel insistía en que no lo afecta dualidad alguna, que es sólo miembro del gabinete y no aspirante presidencial.

Quizá fatigado por cruzar dos veces el Atlántico en sólo una semana (en un ajetreado viaje que lo llevó a dos países europeos y dos africanos) el presidente se mostró impaciente y aun airado ante agricultores que le reprocharon un incremento del precio del diesel. Para fortuna de todos, Fox se contuvo y corrigió su colérica reacción inicial y expresando la obviedad de que estaba allí para servir, no para pelear con sus gobernados, se comprometió a revisar la tarifa. Mejor humor mostró ante la comunidad universitaria tlaxcalteca (antaño regida por Héctor Ortiz Ortiz, el priista que bajo la bandera del PAN fue elegido gobernador del Estado, en cuya calidad fue anfitrión del presidente), que lo instó a hablar de la sucesión presidencial. Reconoció que estaba en curso (y no hubiera podido negarlo, pues él mismo la declaró abierta en julio de 2003) y ensayó una tipología de los aspirantes. Sólo los aludió, pero es muy fácil poner nombres a cada una de las categorías enunciadas:

Algunos negaban su condición de precandidatos y ahora lo aceptan (Andrés Manuel López Obrador); “otros lo siguen negando, pero están en campaña todo el día” (Roberto Madrazo y Santiago Creel); hay precandidatos en el Gobierno Federal (Creel y Alberto Cárdenas, secretario del Medio Ambiente), en el Senado (Enrique Jackson), en la Cámara de Diputados (Francisco Barrio) y entre gobernadores (Arturo Montiel, Enrique Martínez y Manuel Ángel Núñez).

Mientras aludía a Creel, éste se batía con la oposición en San Lázaro. Negando una vez más ser precandidato, reiteró su condición de miembro del Gobierno: “Se me ha citado a comparecer en mi calidad de secretario de Gobernación. Deseo permanecer en mi cargo y ejerciendo plenamente mis funciones como secretario de Gobernación. Eso es lo que he manifestado y lo quiero reiterar hoy en esta alta tribuna: deseo ejercerlas a plenitud y la comparecencia que realizo es precisamente porque deseo ejercer las funciones...”.

Situado en una innegable dualidad, Creel ha encontrado una fórmula que sin alterar la sustancia de que es al mismo tiempo secretario de Estado y precandidato la presenta como fenómeno que se desarrolla en ámbitos distintos, de los que sólo uno le concierne directamente.

El tres de febrero pidió a panistas michoacanos (de la tierra de Felipe Calderón, su principal oponente en la competencia panista) un compromiso: “Que me ayuden a ser buen secretario de Gobernación asumiendo ustedes la contienda interna y dejándome a mí la externa”. Negó que fuera incongruente seguir siendo secretario de Gobernación: “¡Así he dado la batalla, así quiero seguirla dando. Soy alguien a quien no le gusta dejar las cosas a medias. Vengo con Vicente desde las primeras horas. No me gusta dejar las cosas a medio hacer, ni salirme por la puerta de al lado o la de atrás. Quiero tener los tiempos para entregar bien la tarea econmendada”. (Reforma, 15 de febrero).

Creel buscará sostenerse en esa posición dual el mayor tiempo posible. Esa es también la necesidad de Madrazo y de López Obrador (independientemente de la singularidad de la condición jurídica de éste). Después de que el cinco y el seis de marzo se elija presidente y comité nacional en el PAN, el secretario de Gobernación (y acaso el de la Semarnat, si persevera en su propósito) pugnará por demorar lo más posible la convocatoria al proceso interno. Puesto que éste durará seis meses, si se fija la elección lo más tarde posible, en diciembre, Creel permanecerá hasta junio, salvo que la presión de sus propios compañeros lo fuerce a marcharse antes.

En la reunión en Morelia con sus simpatizantes (videograbada sin que al parecer lo supiera el secretario), Creel se ufanó de la distancia que lo separa de sus contendientes en un proceso interno que todavía no se inicia formalmente y en que él dice no participar todavía. Los números ciertamente lo favorecen con amplitud. Según la encuesta de Reforma aparecida hace una semana, el 51 por ciento de los entrevistados favorece su candidatura, mientras que el 12 por ciento se inclina por Calderón y diez por ciento por Cárdenas (que no obstante aparecer tardíamente en el elenco de presidenciables supera en ese sondeo a Barrio). En cualquiera de las combinaciones esperables, los miembros del PAN que decidirán la candidatura darían también a Creel la mayoría: 66 a 26 si el oponente es Calderón; 70 a 20, si es Barrio y 74 a 17 si es Cárdenas.

En cuanto a sus oponentes externos, Creel aparece por debajo de López Obrador y una vez sí y otra no, supera a Madrazo. En esas condiciones, sólo un cataclismo impediría a Creel renunciar a la Secretaría de Gobernación y convertirse en precandidato a mediados de año. Si no es bluff como el que practican los jugadores de pócar, resulta extraño que en esas condiciones Calderón aventure que “a lo mejor no se registra” Creel, descobijado el martes por su jefe el presidente.

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