Por Tengo aquí mi bola de cristal y procedo a leer su presente y su futuro. Usted o alguien muy cercano a usted, ha tenido dificultades con un familiar cercano, que pueden resolverse si deja de lado su orgullo. Usted, o alguien muy cercano a usted, esta pasando por una crisis financiera que se resolverá con el tiempo y disciplina en los gastos. Usted, o alguien muy cercano a usted, ha tenido problemas de salud, y debe cuidarse para evitar una recaída.
Seguramente acerté en todas mis visiones. No se preocupe, no voy a cobrarle. Como estamos entre cuates le confiaré mi secreto: la vaguedad. Esa indefinición que tanto ayuda a los médiums, a quienes hacen horóscopos y hasta (o sobretodo) a las religiones establecidas. El éxito de la adivinación o las profecías reside en dejar espacio libre a la interpretación, un hueco que el crédulo llene con su imaginación. Y no hay peor crédulo que el que quiere creer.
En Reencarnación, Nicole Kidman interpreta a una viuda que extraña desesperadamente a su marido, muerto diez años antes. La viuda pertenece a una familia acomodada de Manhattan y ha aceptado a regañadientes seguir adelante con su vida y aceptar la propuesta matrimonial de un amigo rogón, que lleva años cortejándola. El día del compromiso, justo cuando la familia celebra elegantemente en su elegante departamento, aparece un niño solemne que clama ser el antiguo esposo, reencarnado.
Se trata del hijo de un maestro que frecuentemente da clases privadas en el condominio. La afirmación del pequeño será tomada con ligereza al principio, pero el humor de los adultos se irá agriando mientras más insista el niño en su postura. A lo largo de varios días, el presunto reencarnado será sujeto a diferentes pruebas por parte de la viuda y la familia. Muchas de sus respuestas son vagas, otras alarmantemente certeras. Es un logro del director Jonathan Glazer mostrar de manera sutil, y con una buena dosis de humor negro, el proceso gradual en que el prometido y la familia van perdiendo la compostura y dejan asomar sus crispados nervios. La viuda, por otro lado, se abandona cada vez más a la esperanza renacida.
Hay un factor importante que podría pasarse por alto, pero que el director insiste en hacer notar con detalles: la diferencia de clases. Las familias involucradas en lo que pronto se vuelve un escándalo, habitan diferentes estratos económicos. Los parientes de la viuda ven su privacidad invadida por un montón de pobretones, y su molestia es evidente, aunque no sea chic mostrarla. Ajenos a la lucha de clases, la viuda y el niño empiezan un romance platónico, mezcla de Ghost con el juicio de Michael Jackson. El coqueteo de la cinta con lo sobrenatural pasa a segundo plano cuando se trata de establecer los aspectos prácticos de la relación amorosa entre una belleza angelical y su pareja sin vello púbico.
Por su hechura y estilo, podría pensarse que Reencarnación peca de pretenciosa. Pero no es poco el mérito de una cinta que se atreve a rondar por los territorios de un hito en la historia del cine: Vértigo de Hitchcock, la tragedia perfecta del enamorado que está condenado a perder al objeto de su amor una y otra vez. Se trata de una muy buena cinta que trasciende el misterio metafísico para llegar a asuntos mucho más vulgares y terrenales, que finalmente resultan más profundos. La película demuestra que la creencia en la reencarnación un acto de soberbia de los seres humanos, al creer que nuestra personalidad, con todas sus faltas, mañas y secretos sucios, es algo que merece repetirse.
Los personajes de la cinta, tan educados ellos, son víctimas propicias de una situación absurda, porque en el fondo todos creen que hay más cosas en el cielo y en la tierra de las que en sus clases de filosofía alcanzaron a comprender. Y es que no importa el grado de educación o sofisticación que creamos haber alcanzado. Nuestra mente siempre está a la busca de un buen pretexto para escapar de las ataduras de lo racional y volar libre en los cielos de lo inexplicable, como un pájaro mensote.
Director: Jonathan Glazer.
Guión: Jonathan Glazer, Milo Addica y Jean-Claude Carrière.
Música: Alexandre Desplat.
Fotografía: Harris Savides.
Actores: Nicole Kidman, Cameron Bright, Danny Huston, Lauren Bacall, Alison Elliott, Arliss Howard, Michael Desautels, Anne Heche.