EFE
EL CAIRO, EGIPTO.- La manifestación contra la tortura celebrada ayer en El Cairo se convirtió en una nueva ocasión para que los movimientos opositores criticasen al presidente, Hosni Mubarak, y pidieran su renuncia.
Convocada por el movimiento opositor “Kifaya” (Basta), la protesta, organizada por la celebración de la “Octava Jornada Internacional de Naciones Unidas en apoyo a las víctimas de la tortura”, logró reunir a cerca de un centenar de personas.
Situadas frente a la sede del ministerio de Interior, símbolo, según los convocantes, de las “oscuras prácticas” del régimen policial egipcio, los congregados lanzaron consignas en favor del respeto de los derechos humanos y en contra el Gobierno de Mubarak.
Los cerca de cien manifestantes intentaron, hasta en dos ocasiones, salir del pequeño espacio en el que estaban confinados para manifestarse andando por la calle, pero el enorme despliegue policial lo impidió.
El estado de emergencia en vigor en Egipto desde 1981 impide que las manifestaciones discurran por las calles y sólo permite las reuniones en un sitio concreto que es acordonado por la Policía y del que habitualmente no se puede entrar ni salir sin la autorización de las fuerzas del orden.
Además, los manifestantes recordaron y reprocharon que, bajo el estado de emergencia, las detenciones arbitrarias continúan sucediendo en todo el país.
“Las torturas se cometen en las cárceles y en las comisarías”, señala un comunicado difundido entre la prensa en el que los organizadores, entre ellos tres organizaciones humanitarias egipcias, aseguran que el Gobierno de Mubarak “ha monopolizado los medios de comunicación”.
Pese a ello, los convocantes se mostraron convencidos de que “el silencio es insostenible” y que “el necesario cambio” en el país ya se ha iniciado.